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El pueblo de Antioquia que se quedó sin bóvedas en el cementerio por récord de asesinatos

Este año van 55 asesinatos, algo nunca visto en la historia de este pueblo del Suroeste. Esto se suma a que las bóvedas públicas cada vez son más pocas.

  • El cementerio municipal de Andes tiene bóvedas públicas y privadas. Las primeras son manejadas por la parroquia y de estas habría solo 25 disponibles. FOTOS JULIO CÉSAR HERRERA
    El cementerio municipal de Andes tiene bóvedas públicas y privadas. Las primeras son manejadas por la parroquia y de estas habría solo 25 disponibles. FOTOS JULIO CÉSAR HERRERA
19 de octubre de 2025
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En el sermón de la Eucaristía dominical en la parroquia Nuestra Señora de las Mercedes, la principal de Andes, el párroco Norberto Gallego Marín mostró su preocupación por la violencia que azota al municipio, que tiene una cifra histórica de asesinatos. Pero en medio de sus palabras lanzó un anuncio que preocupó aún más a los andinos: que se estaban quedando sin bóvedas para enterrar a los muertos en su cementerio principal.

Esta situación de inmediato alertó a los feligreses que tienen a sus familiares sepultados en las bóvedas públicas, que son administradas por la parroquia desde hace más de cinco años, y en la población en general que ve cómo la violencia va dejando cada vez más muertos en las cinco confrontaciones que están activas, principalmente en la zona rural.

El párroco manifestó que en la actualidad hay 25 bóvedas públicas disponibles para enterrar a aquellos que puedan fallecer por hechos violentos, quebrantos de salud u otras situaciones que se puedan presentar en este municipio, que en la actualidad tiene 46.485 habitantes, según los registros del Dane.

“Dios no quiera y se presente una tragedia colectiva como alguna avalancha, lo que nos llevaría a tener serios problemas para poder sepultar a estas personas”, expresó el párroco sobre esta situación.

Además, la poca disponibilidad de bóvedas se ve más crítica si se tiene en cuenta que tan solo en septiembre se tuvieron que sepultar a 19 personas, de las cuales 15 estuvieron relacionadas con hechos de violencia.

Récord de asesinatos

El religioso, más que estar preocupado por no tener espacio para enterrar, lo que busca es que no haya motivos para ver morir a sus feligreses y a los habitantes en general del municipio, en medio de una guerra que viene desangrando a este municipio del Suroeste antioqueño.

“No es que como párroco esté preocupado porque no haya donde enterrar gente, sino que el llamado, entre otras cosas, es a que no se siga desbordando la violencia en el municipio y nos siga dejando tantas víctimas”, explicó el religioso.

Y es que Andes este año contabiliza 55 asesinatos, a 70 días de concluir 2025. A esta cifra nunca se había llegado al finalizar un año calendario, al menos en lo que va de este siglo, ya que su tope fueron 45 asesinatos en 2021. Solo se habían superado las 40 muertes violentas en 2003, 2018 y 2020.

El comandante de la Policía Antioquia, coronel Óscar Mauricio Rico, explicó que la mayor complicación está en la zona rural, donde se han presentado 45 homicidios, mientras que los 10 restantes ocurrieron en la zona urbana.

“El incremento de los casos de homicidio están relacionados, en gran parte, al ajuste de cuentas y microtráfico por parte de las estructuras criminales que se disputan estas rentas”, señaló el oficial.

Lo más alarmante es que el 25% de los asesinatos registrados en el Suroeste antioqueño se han presentado en este municipio, teniendo en cuenta que en la subregión van 223 casos, de acuerdo con la Policía Nacional.

Cinco disputas

Este incremento está relacionado directamente con las cinco disputas que hay entre estructuras criminales que hay en este municipio y las cuales todas tienen un eje articulante: el Clan del Golfo.

“Tenemos cinco confrontaciones en esta parte del departamento y en todas cinco está participando en la estructura criminal Clan del Golfo contra otras estructuras”, explicó el alto oficial.

Este grupo criminal tiene una división en esta subregión, ya que en los últimos años llegó la subestructura Edwin Román Velásquez Valle, la cual es liderada por Nelson Enrique Guzmán Ruiz, alias Soldado, y que mediante articulación con grupos locales empezó a tener el control de las rentas criminales y el microtráfico dentro de las fincas cafeteras, el gran botín en esta parte de Antioquia.

Entérese: División interna del Clan del Golfo estaría elevando los homicidios en el Suroeste antioqueño

Este grupo comenzó a tener confrontaciones internas con la facción de Andrés Felipe Morales Marín, alias Carne Rancia, y contra la de los hermanos Medardo y Abelardo Vargas Benítez, alias Sangre y alias La Erre, las cuales a su vez ya estaban en guerra.

A esto se le suma la presencia de la banda La Terraza, que en esta parte de Antioquia se hacen llamar Halcones del Suroeste o La Oficina de Andes, quienes llegaron desde la comuna 3 (Manrique), de Medellín, para buscar una porción de la torta criminal.

Este grupo criminal es liderado en este municipio por Michael Humberto Pérez Cadavid, alias El Gato, quien después de fugarse en un par de ocasiones de las estaciones de Policía de Guarne y Marinilla, fue capturado el 26 de enero del 2024 en su casa, en el barrio Manrique, de Medellín.

Desde la Policía Antioquia también se hace mención de asomo de integrantes de la banda El Mesa, una de las que mayor expansión criminal en Antioquia y el país ha tenido, y de la presencia de algunas organizaciones criminales históricas del territorio que se pelean por pequeñas plazas de vicio en las haciendas.

Finalmente, aunque más lejos, se habla de presencia del ELN en los límites con el sur de Chocó y del frente 34 de las disidencias de las Farc en la parte que limita con la ruralidad de Urrao.

Infográfico
El pueblo de Antioquia que se quedó sin bóvedas en el cementerio por récord de asesinatos

Además de las rentas criminales obtenidas por el microtráfico dentro de las fincas caficultoras, también se habla de un interés por la exploración de minerales, principalmente, de oro, en algunos territorios vecinos en los límites con el departamento de Risaralda, lo que estaría llevando a que se incremente la población flotante .

Según los registros de la Policía Antioquia, en Andes durante los periodos de cosecha cafetera se pueden estar viendo 18.000 personas que se suman a los habitantes de Andes. Sin embargo, se han visto personas provenientes de algunos territorios en los que prima la explotación ilegal del oro por encima del café como Buriticá, Caicedo o municipios del Nordeste antioqueño.

“Tenemos que hacer una salvedad y es que no todas las personas que son asesinadas en el municipio son de acá. Hay temporadas en las que hay mucho andariego y estas personas son llevadas a su territorio de origen”, explicó el sepulturero del cementerio de Andes, Rubén Darío Taborda.

De manos atadas

A todos los males que está viviendo el municipio se suma que los llamados de la administración municipal por contar con más apoyo parecieran no ser escuchados por el Gobierno Nacional, pese a la cifra crítica de asesinatos.

Así lo manifestó el alcalde de este municipio, Germán Alexánder Vélez, quien aseguró que ha realizado consejos de seguridad, ha contado con la presencia del gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, y ha hecho varios llamados al Ministerio de Defensa para que le hagan un refuerzo a la seguridad, pero estos no llegan.

“¿Qué no hemos hecho acá para controlar esta situación? Hemos tocado puertas, buscado soluciones, pero parecieran que no nos escucharan, entonces seguimos haciendo lo que podemos con lo que tenemos”, señaló el mandatario.

Y con el personal con el que cuenta el municipio se han dado algunos golpes a estos grupos criminales, como la captura de cinco presuntos integrantes del grupo criminal La Terraza que estaban a cargo de la venta de estupefacientes en este municipio.

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“Se logró la incautación de más de 130 gramos de estupefacientes listos para la venta, un radio de comunicaciones, dos celulares y un paquete de bolsas donde se insertaría la droga para ser vendida”, explicó el coronel Rico.

Movimiento en el cementerio

Aunque la prioridad del llamado del sacerdote pasa por evitar que se siguieran presentando asesinatos en este municipio, también fue un clamor para que la comunidad hiciera una mejor disposición de los restos de sus seres fallecidos, para que no los dejaran a la deriva en estas bóvedas sin exhumarlos.

El mensaje durante la eucaristía del domingo 12 de octubre sí caló entre seis familias de la localidad, quienes comenzaron a hacer los trámites correspondientes para desocupar estos espacios y dejarlos disponibles para un nuevo fallecido en la localidad.

“Por acá ya se ha visto gente preguntando para hacer las vueltas y desocupar las bóvedas, con el fin de evitar un colapso o una crisis. Han ido a la parroquia a preguntar qué deben hacer para las exhumaciones y esperamos que en próximos días podamos empezarlas a hacer”, explicó el sepulturero Taborda, quien volvió a trabajar en el camposanto en septiembre pasado, luego de cinco años de ausencia.

Pero la crisis no solo está en las bóvedas, sino también para las cenizas, todo pese a una ampliación que se hizo hace un año para aumentar la capacidad en 200 espacios para estos despojos mortales.

“Cuando yo llegué, hace un año y medio, no habían osarios y nosotros hicimos 200, los cuales ya se están agotando, lo cual es muy preocupante”, señaló el padre Gallego Marín.

Ante este panorama, al sepulturero Taborda, cada que llega un fallecido, le toca preguntar en la parroquia dónde hay un espacio para poderlo ubicar. Esto, haciendo la claridad que durante el recorrido se pueden ver más de 100 tumbas desocupadas, pero la mayoría de ellas son privadas y pertenecen a grupos familiares de la localidad, lo cual dificulta la labor porque no se pueden disponer de ellas.

“Usted acá puede ver muchas tumbas vacías, pero la mayoría tienen dueño y nosotros no podemos disponer de ellas porque nos metemos en un problema muy grande por ocupar una propiedad privada. Por eso, cada que llega un muerto y van para las bóvedas de la parroquia, me toca llamar para saber cuál queda disponible y ahí sí proceder”, explicó el sepulturero.

Pero la mayor esperanza de la parroquia y de las autoridades de Andes es que la oleada de violencia baje y, de paso, el trabajo en el camposanto, el cual durante algunas semanas puede ser de tan solo dos fallecidos, como en otras pueden venir por decenas.

“Lo que queremos es que llegue un mensaje de paz a todas las comunidades, a tener un terreno abonado para acabar con la violencia, las injusticias y el dinero fácil que nos generan estas olas de violencia dentro del municipio”, concluyó el religioso.

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