Pululan en todos los frentes. Los hay de un sinfín de colores, de diferentes corrientes y espectros políticos, incluso, outsiders. Con y sin experiencia en lo público, otros sin trasegar electoral. Algunos católicos, otros abiertamente ateos. La baraja no solo abarca hombres y mujeres, también hay cabida para la diversidad. Son tantos, que es difícil contarlos o agruparlos. No hay modo de apelar al célebre “al agua patos” –popular en tiempos de campaña–, pues el estanque parece no aguantar uno más.
Resta justo un año para la primera vuelta presidencial en Colombia y el ramillete de candidatos, lejos de depurarse, promete seguir creciendo. Son al menos 40 aspirantes que, hasta hoy, –formal o informalmente– ya están haciendo fila o suenan para llegar a la Casa de Nariño a partir del 7 de agosto de 2026.
Sin embargo, a la luz de las más recientes encuestas, apenas tres de los opcionados superan el 13 % de intención de voto –Gustavo Bolívar, Sergio Fajardo y Vicky Dávila–, mientras que alternativas como el voto en blanco o el etéreo “no sabe/no responde” fluctúan entre el 4 % y 7 %, por encima de la gran mayoría de candidatos.
“No estamos ante nada extraño. Es absolutamente normal tal cantidad. Lo que pasa es que con 31 organizaciones políticas es obvio que se tenga un número exorbitante de precandidatos a cualquiera de los cargos que se van a presentar el próximo año”, explica a este diario Alejandra Barrios, directora de la Misión de Observación Electoral (MOE).
Sin embargo, advierte también que el abanico es tan grande hoy porque varios apuestan, literalmente, a pescar en río revuelto y –conscientes de que no tienen el suficiente respaldo o reconocimiento para llegar a la Presidencia–, comienzan a abonar terreno y visibilidad para lanzarse a otro cargo. “Arrancan los procesos de negociación interna en los partidos para definir cuál es la aspiración que se tiene, si es de alcance presidencial o si de pronto, van a tener que bajarse al Congreso”, agrega Barrios.
Lo cierto, al margen de cualquier cálculo electoral, es que dos hechos en lo que resta de este 2025 contribuirán a depurar el listado y, de paso, a allanar el terreno. Por un lado, la consulta popular que discutirá este martes el Senado en búsqueda del primer “Sí” antes del paso formal a las urnas. Por otro, las consultas interpartidistas que se realizarán en octubre próximo. De ambas, dependerá hacia dónde se moverá el péndulo del poder.
No obstante, en el entretanto, en cada uno de los espectros políticos se siguen acentuando las pujas internas, las diferencias se hacen cada vez más visibles y, lejos de la mentada unidad, lo que se vislumbran son fisuras que impiden lograr una cohesión que le permita a alguno romper el techo y catapultarse como el próximo presidente de Colombia. Este es el panorama y la baraja a un año de la primera vuelta.
Izquierda, sin heredero
Aun cuando paradójicamente es el puntero indiscutible en todos los sondeos, Gustavo Bolívar sigue sin convencer al petrismo duro. Si bien el actual director de Prosperidad Social presentó su carta de renuncia semanas atrás con miras a no inhabilitarse antes del 31 de mayo, reconoció a este diario que el presidente Gustavo Petro “no me ha aceptado la renuncia protocolizada”.
En su lugar, contrario a un guiño palaciego, Bolívar ha recibido un portazo. No de otra manera puede leerse el gesto que tuvo el mandatario apenas este viernes, cuando no le importó romper el protocolo para tomar el micrófono y desautorizar al oído de todos la presencia del director en un evento en Tibú, Norte de Santander.
“Rompo el orden del día porque no me parece que sea así, Gustavo Bolívar, y otros compañeros. Primero porque los que ya renunciaron, renunciaron, no se puede confundir eso. Persona que renuncia porque tiene una aspiración, ya se va, entra su remplazo, que tiene que venir a hablar”, dijo.
Si bien en el abanico se cuentan otros candidatos considerados petristas ‘pura sangre’, como María José Pizarro, Iván Cepeda o Daniel Quintero, parece que la apuesta será otra. Para la profesora Bibiana Ortega, del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Javeriana, lo que se vislumbra es que “no hay un candidato lo supremamente fuerte de la izquierda progresista para que le haga frente a un candidato de la derecha de los varios que hay”.
En ese sentido, se abren paso otros candidatos que, aunque no son petristas 100 %, sí han acompañado al Gobierno y lo respaldan como el saliente embajador Roy Barreras o el gobernador Carlos Amaya, con quienes justo esta semana se reunió Petro. “Lo que podría pasar es que el petrismo se corra a la centro-izquierda y que surja algún candidato por fuera de Pacto Histórico, pero en coalición con ellos y tal vez con un candidato vicepresidencial del petrismo”, agrega Ortega.
Derecha, dividida
En la derecha el panorama también parece adverso. Una muestra de ello son las diferencias cada vez más subidas de tono en el Centro Democrático, donde se han hecho públicos los reparos y cuestionamientos a la figura de Miguel Uribe. El congresista –quien se mide en una competencia con los también senadores María Fernanda Cabal, Paola Holguín, Paloma Valencia y Andrés Guerra–, gastó hasta abril pasado recursos por $300 millones para financiar multitudinarios eventos y mover pauta en redes sociales.
Por si fuera poco, aunque en el Congreso han trabajado de tú a tú con Cambio Radical, aún no han logrado ponerse de acuerdo para trabajar en una consulta y, según fuentes consultadas al interior de ese partido, el panorama lo siguen viendo biche. Además, también enfrentan sus propias fisuras y el trámite del fallido proyecto de transfuguismo dejó al desnudo los reparos.
Durante el debate en la plenaria, el senador Carlos Fernando Motoa, de Cambio Radical, le enrostró a Paloma Valencia su supuesto apoyo a la iniciativa, lo que generó una rencilla que la congresista supo zanjar. “Lo invitaría a que las diferencias políticas estén al margen y que haya unidad de materia, porque somos partidos de oposición. Lo invitamos a que la oposición sea monolítica en las batallas que tenemos que dar”.
Si bien hay coqueteos, los acercamientos también con figuras como Vicky Dávila, la más opcionada hoy de la derecha, aún no trascienden de diálogos. “No se ha podido materializar un camino para ponernos de acuerdo, pero aún hay tiempo. Vamos con calma y del afán no queda sino el cansancio”, reconoció a EL COLOMBIANO uno de los precandidatos, quien admitió que también hay aproximaciones con figuras como el exfiscal Francisco Barbosa y hasta con el jurista Abelardo De La Espriella.
Para el profesor Yann Basset, director del Grupo de Estudios de la Democracia de la Universidad del Rosario, el problema que se presenta para la derecha es que “hay muchos precandidatos y los partidos no están haciendo su papel realmente de seleccionar los aspirantes porque son muy débiles. El Centro Democrático quizá sí puede organizar una primaria entre sus principales precandidatos. Pero más allá de esto una alianza que vaya más allá necesitaría acercamientos más grandes y una consulta interpartidista”.
Según el catedrático, otro factor que le juega en contra a este espectro político es la suerte de confianza y optimismo que tienen por creerse “ganadores” desde ya en 2026 ante la impopularidad de Petro. “Dan por descontado que habrá una alternancia después del Gobierno Petro, que todavía es bastante impopular”.
Centro, en veremos
Sin duda, el espectro más codiciado para muchos es el centro, teniendo en cuenta que surge como la alternativa para hacerle frente a la polarización. Allí quien manda la parada es el exgobernador Sergio Fajardo, hoy segundo en las encuestas, pero quien se disputa un lugar con figuras como Claudia López, Alejandro Gaviria o Juan Manuel Galán.
Aunque aún es incierto si pueda conformarse una coalición similar a la que en 2022 permitió la unión de varios partidos bajo la sombrilla de la Coalición Centro-Esperanza, es un hecho que desde la derecha y la izquierda hacen sus movimientos en búsqueda de atraer aliados a sus espectros. Por ejemplo, figuras como el exministro Juan Fernando Cristo o Luis Gilberto Murillo, así como el propio gobernador Amaya, son pretendidos por el petrismo. Por su parte, dirigentes como Enrique Peñalosa, David Luna o Mauricio Cárdenas parecen más inclinados a la centro derecha.
“Queremos unirnos para salvar el país, no importa cómo”, aseguró a EL COLOMBIANO uno de los integrantes de un bloque que comienza a tomar forma conformado por Luna, Cárdenas, Peñalosa, Juan Daniel Oviedo, Juan Manuel Galán, Marta Lucía Ramírez o el exalcalde Jaime Pumarejo. “Quisiéramos que hubiera otras personas como un Aníbal Gaviria, por ejemplo”, dijo.
En el entretanto, los partidos tradicionales también hacen sus propias apuestas. Los liberales, conservadores y La U hoy por hoy trabajan también en una coalición que les permita llegar unidos a las presidenciales. “Hay que hacer una coalición de centro para 2026 y no es prematura. Vemos que el país necesita lanzar unas propuestas”, declaró meses atrás el exregistrador Alexander Vega, codirector de La U.
Para la directora de la MOE, procesos como las consultas interpartidistas e incluso, la propia consulta popular contribuirán al fin a decantar el panorama. “Vamos a ir viendo cómo se va a hacer un proceso de embudo, no solamente por las consultas internas de los partidos o por las encuestas, sino a través de las coaliciones que también se van haciendo. Así se van decantando candidaturas”, concluyó.