Laura Sarabia llegó a la Cancillería de Colombia el 29 de enero de 2025. Fue nombrada por el presidente Gustavo Petro para reemplazar a Luis Gilberto Murillo, quien renunció para preparar su candidatura presidencial.
Su designación fue cuestionada por varios sectores como, por ejemplo, en la comunidad académica, en la que abogados, expertos en relaciones internacionales, docentes, coordinadores de observatorios internacionales, líderes de grupos de investigación, empresarios y más, mandaron una carta al mandatario por la designación.
Esos cuestionamientos venían de la preparación de Sarabia para el cargo. Según la carta: “La complejidad de este momento, además del importante rol que ahora ejerce el país en diferentes instituciones de integración regional, requieren, en lo que resta de su gobierno, de un o una Canciller con trayectoria y la sabiduría suficientes para atravesar de forma responsable y con visión de largo plazo estas nuevas dinámicas que debe asumir el país”.
Sarabia, quién estudió Relaciones Internacionales y Estudios Políticos en la Universidad Militar Nueva Granada y una maestría en Comunicación Política en la Universidad Externado, venía de ser la directora del Departamento Administrativo de la Presidencia (DAPRE), encargándose de la agenda y el acceso al presidente desde el 23 de febrero de 2024.
Con ella, venían escándalos como las interceptaciones ilegales a su exniñera Marelbys Meza y señalamientos de lobby en favor de su hermano.
Sarabia y sus casi seis meses como Canciller
A sus 30 años (ahora 31), Laura Camila Sarabia Torres se volvió la Canciller más joven de la historia de Colombia cuando Gustavo Petro la nombró. Desde eso, tuvo que manejar temas como la relación con EE. UU. tras el regreso de Trump y las deportaciones masivas y la cercanía con el régimen de Nicolás Maduro.
Por el lado de EE. UU., Sarabia participó en las negociaciones que resolvieron el impasse de ambos gobiernos, comprometiéndose a asumir los costos de traslado de los connacionales deportados para asegurar su retorno en condiciones dignas.
Esto se dio por el rechazo del presidente Gustavo Petro a la llegada de dos aviones militares de Estados Unidos por las condiciones en que llegaban los deportados. Según el presidente, “Los EE. UU. no pueden tratar como delincuentes a los migrantes colombianos”. Esto llevó a que el presidente Trump subiera los aranceles del 25% al 50%.
Al final, el impasse se resolvió por medio de la diplomacia. Sobre esto, el embajador de Colombia en Estados Unidos, Daniel García-Peña, comentó en su momento que “hubo momentos difíciles, pero, al final del día, esto comprobó que la diplomacia, que los canales diplomáticos terminan siendo la única forma de resolver estas crisis”.
En entrevista con el diario El Tiempo, Sarabia mencionó que “el Gobierno de Colombia, por su parte, exige que el retorno de los connacionales se realice con dignidad, bajo estándares internacionales, y sin que sean esposados. Por eso, siguiendo instrucciones del presidente Petro, asumimos la logística del traslado de nuestros ciudadanos, garantizando tanto su llegada a Colombia como el respeto por su dignidad y derechos”.
En EL COLOMBIANO, hablamos con Luis Fernando Vargas-Alzate, profesor de RRII (Relaciones Internacionales) de la Universidad EAFIT, quien considera que Sarabia “supo conectarse con las personas que le pudieron ayudar para que diplomáticamente Washington cediera un poco ante las necesidades que Colombia le ofrecía en su momento. Tuvo algo de tacto, pero lo más importante que rescato es que se supo rodear de personas que le acompañaron en ese impasse con los Estados Unidos”.
“Laura es una persona juiciosa. Cumple con sus asignaciones y con su labor y eso le facilitó calmar un poco las aguas frente a lo que fue el tema internacional y el manejo de la cancillería en el país. Sin embargo, yo creo que el balance es más negativo que positivo desde cualquier perspectiva, en tanto los resultados no se dieron”, agregó.
Los asuntos con Venezuela y la política exterior feminista
En un artículo que publicamos anteriormente en EL COLOMBIANO, se mencionó que a inicios de enero de 2025, Laura Sarabia manifestó reservas sobre la legitimidad del gobierno de Nicolás Maduro.
Su postura contrastaba con la línea oficial de Gustavo Petro, quien ha reiterado que no romperá relaciones “con quien ocupa la Presidencia de Venezuela”, a pesar de la crisis de legitimidad tras unas elecciones cuestionadas por organismos internacionales. Fue así que mantuvo una postura de “prudencia” sobre la relación entre ambos países. Aunque Petro también fue crítico de los resultados y no los reconoció. El acto concreto fue la representación del embajador colombiano en Caracas en el acto de posesión.
De acuerdo con el profesor, “con Venezuela no ha pasado nada en el último tiempo salvo los relativos avances frente a la recomposición de la relación comercial”.
A esto se le suma la reunión que realizó Sarabia con su homólogo venezolano Yván Gil en la Cumbre del Caribe en Montería, con el objetivo de lograr avances para garantizar asistencia consular a los colombianos detenidos en Venezuela; además de asistencia de la Cruz Roja, la Defensoría del Pueblo y organizaciones internacionales para que pudieran verificar los estados de salud y condiciones de detención de los connacionales.
Con la política exterior feminista, el 24 de junio, en el marco del Día Internacional de las Mujeres en la Diplomacia, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia llevó a cabo un conversatorio sobre “los desafíos estructurales que han enfrentado como mujeres diplomáticas, la conciliación entre la vida profesional y personal, y sus visiones sobre el liderazgo en clave feminista”, según el comunicado de prensa de la Cancillería.
Acerca de esto, Vargas-Alzate rescata la implementación de esa política que lamentablemente está “quedando relegada a un segundo o tercer plano en relación con otras dinámicas más importantes de la política exterior colombiana”.
Por último, Laura Saraba y Gustavo Petro tuvieron varios desacuerdos en algunos momentos. Uno de ellos fue en China cuando la Cancillería hizo cambios en el documento a presentar al país asíatico sin autorización, de acuerdo con un chat revelado anteriormente por La W: “Desde Cancillería habían cambiado el documento sin autorización del presidente, pero logramos, a último momento, volver al original que siempre trabajamos. Alegría porque, aunque desesperados, ¡NO PASARÁN!”
Con este antecedente y otros más, Vargas-Alzate considera que “Sarabia se convirtió en un problema para la cancillería y para el gobierno en tanto quiso ponerle algo de orden a este Gobierno”.
¿Qué le faltó a Sarabia y que viene para el próximo Canciller?
Siguiendo con el profesor Luis Fernando Vargas-Alzate, “el tiempo que estuvo Laura Sarabia en la administración del Ministerio de Exteriores no fue realmente suficiente para avanzar en nada positivo”.
También menciona que al interior de Cancillería hubo grandes dificultades con muchas otras instancias, con direcciones, con viceministerios y que no se vio funcionando correctamente, lo que se refleja en la carta de renuncia: “En los últimos días se han tomado decisiones que no comparto y que, por coherencia personal y respeto institucional, no puedo acompañar. No se trata de diferencias menores ni de quién tiene la razón. Se trata de un rumbo que, con todo el afecto y respeto que le tengo, ya no me es posible ejecutar”.
Y es que la gestión internacional del actual Gobierno ha estado marcada por la improvisación. Según el docente, ha sido necesario “saber lidiar con un gobierno que está bastante fragmentado, que no tiene claridad en las políticas que se definieron para tener contactos internacionales”, lo que ha llevado a situaciones de “ensayo y error”, como en los casos de China y la postura ambigua frente a los conflictos entre Israel y Palestina.
Ante este panorama, considera que “lo mejor que le puede pasar al país es que el presidente Gustavo Petro entienda que ahí tiene que poner una persona experta en asuntos internacionales, con capacidad de negociación y, sobre todo, con gran influencia en los foros multilaterales”.
Sin embargo, también señala que esa visión aún no se ha materializado. Hasta ahora, no se ha logrado consolidar una Cancillería sólida, y persiste la incertidumbre: podría suceder que el nuevo ministro de Relaciones Exteriores no alcance a permanecer en el cargo hasta el final del mandato. “Esperemos que no sea así, pero puede pasar”.