En un estudio instalado en la Ciudadela de la Cuarta Revolución (C4TA), en San Javier, una joven llena de sueños y amor por la música canta a todo pulmón frente a un micrófono una y otra vez durante toda la mañana. Junto a ella, tres productores escuchan, opinan, ajustan volúmenes y recomiendan cambios. A sus espaldas, en una pared roja se lee el logotipo de Medellín Music Lab y en una alfombra negra que contrarresta el eco de la sala se repite el emblema de un programa que está cambiando vidas.
Cleivis Reyes, o Clei como es su nombre artístico, llegó temprano con una idea de canción escrita en su cuaderno. Luego, los productores que le asignaron ayudaron a pulir cada frase, a elegir qué partes funcionaban mejor y qué sonidos podían hacerla más suya.
“Todos somos compositores de esta canción”, dice. “La idea es mía, pero ellos me ayudan a mejorarla”. En un sofá al fondo, el alcalde Federico Gutiérrez observa, pregunta y celebra el resultado de esa obra.
El mandatario visitó el viernes los campamentos de Medellín Music Lab para anunciar una nueva etapa de la iniciativa, que ahora se expandirá con una apuesta mayor. “Antes las convocatorias estaban limitadas a jóvenes de 14 a 28 años. Ahora lo abrimos para todas las edades desde los 14 años. Si hay un señor de 50, una señora de 60 o alguien de 80 con talento, puede presentarse también. No vamos a limitar eso”, dijo a EL COLOMBIANO.
El proyecto pasará de 7 a 15 estudios públicos de grabación ubicados en Santa Cruz, Moravia, Guayabal, Laureles, Santa Elena, Robledo, Castilla y El Poblado. “Vamos a terminar el gobierno con quince estudios públicos musicales donde cualquier persona va a encontrar los mejores equipos, productores, y va a tener la asesoría para llegar a plataformas como Spotify”, agregó el alcalde.
A partir de 2026, se abrirán dos líneas formativas: la Ruta de Roles Artísticos, enfocada en compositores, intérpretes y DJ productores, y la Ruta de Roles Complementarios, para perfiles técnicos y estratégicos como managers, promotores, productores de eventos y técnicos de sonido. Ambas durarán tres meses y combinarán clases presenciales y virtuales.
Las convocatorias se abrirán el próximo noviembre para artistas y en febrero del otro año para los roles complementarios. El propósito es formar no solo a quienes cantan, sino también a quienes hacen posible que la música llegue al público.
“Este es un programa muy importante alrededor del talento de nuestra gente, pero también de la economía de la ciudad”, señaló el alcalde. “No solo es el cantante, es el compositor, el productor, el manager, el que hace el video, el vestuario, el sonidista. Es una fuente de generación de empleo y capacidades para mucha gente”.
Durante 2025, el programa ha mezclado formación y práctica, con audiciones, campamentos creativos y una incubadora musical que iniciará en noviembre, donde entre 10 y 15 proyectos recibirán acompañamiento profesional continuo.
De Medellín a la industria global
Entre los aliados del programa se encuentra HYBE Latin America, filial de la empresa global detrás del fenómeno surcoreano BTS. Su participación aporta metodologías de formación y desarrollo artístico basadas en el modelo coreano, adaptadas al contexto latino.
Esta alianza busca que artistas emergentes de Medellín se formen bajo estándares internacionales y puedan conectar con una red global de oportunidades.
Esa dimensión internacional del programa refuerza su ambición. Medellín no solo quiere crear espacios para grabar, sino crear industria.
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En el calendario próximo de Music Lab figura la participación de 8 DJs locales en el festival Ritvales 2025, que se realizará el 1 y 2 de noviembre en Parque Norte. Los seleccionados compartirán escenario con artistas internacionales y uno de ellos firmará con el sello Aeonica, en alianza con la alcaldía y el clúster de entretenimiento Breakfast Live.
Para Clei, el programa representa algo más que una experiencia formativa. “Hace un año era imposible tener este tipo de espacios, vivir esta experiencia”, contó a EL COLOMBIANO. “Para mí, este es un antes y un después. Estamos viviendo el sueño”.
Su historia se cruza con la de cientos de jóvenes que han pasado por estos estudios públicos, una red que ya ha impactado a más de 3.000 participantes y que se prepara para crecer. Como dice Cleivis, “soñar ya no es tan lejano como antes”.