La clasificación anticipada de Atlético Nacional a los octavos de final de la Copa Libertadores ha llenado de alegría a los hinchas verdolagas y al cuerpo técnico liderado por Javier Gandolfi. El equipo paisa, que ha encontrado regularidad y solidez tras un inicio de año convulso, ya tiene el boleto en mano para seguir soñando en el torneo continental. Sin embargo, en medio de esta celebración, una nube de incertidumbre ha comenzado a empañar el ambiente.
Este jueves, el departamento de comunicaciones del club dio a conocer que la Conmebol ha abierto un expediente disciplinario en contra de Atlético Nacional por la activación de bombas de humo durante los partidos de local, una práctica que, aunque tradicional entre algunas hinchadas sudamericanas, está completamente prohibida por el reglamento del ente rector del fútbol sudamericano.
“Esto puede acarrear una sanción para el club, que puede ir desde sanciones económicas hasta cierres de tribunas”, informó el club en un breve pero contundente comunicado que prendió las alarmas en Guarne.
La noticia ha generado inquietud en las directivas, que han sido enfáticas en su intención de garantizar la continuidad de la fiesta en las tribunas, pero dentro del marco de la legalidad y el reglamento de la Conmebol. Las bombas de humo, si bien suelen ser utilizadas por algunas barras organizadas para teñir de verde la entrada del equipo y alentar desde el colorido, representan un riesgo para la seguridad y una infracción directa a las normas del torneo.
No es la primera vez que Nacional se ve en el radar disciplinario por temas relacionados con el comportamiento de su hinchada. En ediciones anteriores, ya había recibido advertencias y sanciones menores por encendidos de bengalas, demoras en el inicio del partido por presencia de humo en la cancha y despliegues no autorizados. Esta vez, el riesgo va más allá de una simple advertencia: podría comprometer la asistencia del público en etapas cruciales del campeonato.
Y es que más allá de lo deportivo, Nacional ha vuelto a vivir gracias al empuje de su gente. En esta edición de la Copa Libertadores, el Atanasio ha sido un fortín, y el apoyo masivo desde las gradas ha sido fundamental para que el equipo recuperara su confianza. Perder la localía, incluso parcialmente, sería un golpe duro para las aspiraciones de un club que ha comenzado a mirar de nuevo al horizonte con ilusión.
El llamado, desde la institución, es claro: alentar, sí, pero con responsabilidad. La clasificación ya está asegurada, y con ella llega la promesa de noches inolvidables. Sin embargo, el futuro inmediato también requiere cabeza fría. La Conmebol ha sido tajante en los últimos años con este tipo de infracciones, y cualquier descuido puede traducirse en castigos que afecten el normal desarrollo del torneo para el conjunto paisa.
Por ahora, en Guarne se combinan los sentimientos: satisfacción por el objetivo cumplido, pero también atención ante el expediente abierto. Atlético Nacional sabe que está para grandes cosas, pero también sabe que en la Libertadores, cada detalle cuenta. Y la hinchada, como siempre, será parte crucial de ese camino.