Timoteo fue el escudero fiel del apóstol Pablo. Lo acompañó en sus misiones. Recorrieron cientos de lugares juntos. Algunas veces con el viento a favor. Muchas –casi todas– con el aire en contra. Pero el discípulo fue fiel. Por eso “el jefe” le tenía confianza. Si no miren las cartas de la Biblia. Algo parecido ocurre en el ciclismo con Tadej Pogacar, el mejor del mundo, y Tim (Timothy, Timoteo) Wellens, su gregario de oro en el UAE.
Wellens, un belga de 34 años que nació con la condena de ser ciclista –su padre Leo estuvo en las olimpiadas de 1980, mientras que sus tíos Paul y Johan corrieron como profesionales–, siempre ha puesto el pecho por Tadeo. Con su metro ochenta y un centímetros lo cubre del viento, lo protege para que ahorre energía en las subidas, los guía en los momentos decisivos de una etapa. Pero este domingo, en la decimoquinta fracción del Tour de Francia, el ayudante ganó: se impuso en una fuga de velocidad vertiginosa en la que le sacó 1:28 a Víctor Campenaerts y 1:36 a Julian Alaphilippe.
Tim, campeón nacional de ruta de Bélgica, –por eso corre con una camiseta negra, con la bandera de su país en la mitad y no con el uniforme blanco del UAE–, fue el más fuerte, demostró que es potencia pura, dura, dueño de gran astucia para correr. El día que en su equipo, que casi tiene la camiseta amarilla segura, le dio vía libre para luchar la etapa, no lo desaprovechó.
Dejó atrás, en el descenso, a pedalista como Wout van Aert, para llegar solo a la meta. Cuando cruzó la meta levantó las manos y envió un beso al aire. Estaba feliz. Logró el trébol: la hazaña de ganar, por lo menos, una etapa en cada una de las grandes del pedalismo. Ya había ganado el Giro de Italia. Lo hizo en 2016 y 2018. También se quedó con el triunfo en una fracción de La Vuelta a España en 2020.
Esa alegría de Timoteo se extendió a su jefe, al hombre por el que pone el pecho, del que parece ser discípulo, fiel escudero. Cuando Tadej Pogacar cruzó la meta en Carcassonne, después de recorrer 169,3 kilómetros, festejó chocando la mano con Jonatahan Narváez, su otro gregario. No importó que Tim llevara más de 6 minutos viviendo la miel del triunfo. El compañero se mostró alegre.
Después, en la premiación del día, un Pogacar vestido de amarillo –como casi siempre en los últimos cinco años–, abrazó a su amigo, que tenía la medalla de triunfador del día y se tomaron una foto que subieron a las redes sociales del Tour. Wellens se convirtió en undécimo corredor en ganar una fracción en esta edición de la Grande Boucle. También lo hicieron Tadej Pogacar (cuatro), Tim Merlier (dos), Thymen Aresman, Jonas Abrahamnsen, Simon Yates, Jonathan MIlan, Ben Healy, Remco Evenepoel, Mathieu Van der Poel y Jasper Philipsen.
¿Cómo les fue a los colombianos?
Entre tanto, Santiago Buitrago, del Bhrain, cruzó la meta con el mismo tiempo, pero en el puesto 15. Sí, estos criollos fueron más veloces que Pogacar y Vingegaard, que cruzaron en los puesto 33 y 40 del día. Sergio Higuita ocupó el puesto 65 a 6:07, mientras que Einer Rubio llegó 145 a 22:42.
En la clasificación general, Pogcar sigue arriba, a 4:13 de Vingegaard. Los dos mejores pedalistas del mundo tienen una distancia de más de 3 minutos con Florian Lipowitz, quien es tercero. Primoz Roglic, que parece podrá terminar el Tour después de varios años sin hacerlo, es sexto. Sergio Higuita, en el puesto 19, es el mejor criollo. Está a 51:55 del líder.