Cada vez más jóvenes en Colombia se preguntan si estudiar una carrera universitaria realmente los preparará para el trabajo que sueñan. Y esa misma duda también ronda en la mente de algunos de los empresarios más influyentes del mundo, como Mark Zuckerberg, el creador de Facebook y CEO de Meta.
En una entrevista reciente con el comediante Theo Von para el pódcast This Past Weekend, Zuckerberg fue directo al decir: “no estoy seguro de que la universidad esté preparando a la gente para los trabajos que necesitan hoy en día”. Sus palabras han reavivado un debate que crece a la par de las demandas del mercado laboral y la frustración de miles de egresados que no encuentran trabajo o sienten que no tienen las habilidades que hoy exigen las empresas.
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¿Qué está fallando en la universidad en Colombia y el mundo?
La desconexión entre la universidad y la realidad laboral no es nueva, pero en estos momentos es más evidente debido al avance vertiginoso de la inteligencia artificial, que obliga a reconvertir roles.
Pero el camino va descordinado, según expertos, pues mientras los empleadores buscan perfiles flexibles, digitales, con pensamiento crítico y dominio de nuevas tecnologías, muchos programas universitarios siguen anclados en teorías desactualizadas o modelos poco prácticos. En Colombia, el panorama no es diferente: según el Observatorio Laboral para la Educación, muchos jóvenes se gradúan, pero enfrentan dificultades para insertarse laboralmente en su campo.
Zuckerberg, que dejó Harvard para dedicarse de lleno a Facebook, manifestó que “hay muchos trabajos que no requieren un título universitario. Tal vez no todos necesiten pasar por la academia”. Una frase polémica, pero que hoy parece más realista que nunca.
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Una deuda que pesa más que el diploma
Mark Zuckerberg fue enfático en advertir lo desalineada que está la oferta educativa con las necesidades laborales. FOTO: AFP
En Estados Unidos, la deuda estudiantil es un tema crítico, pero en Colombia también es una preocupación creciente. Muchos jóvenes acceden a préstamos con la esperanza de que un título garantice estabilidad. Para hacerse a una idea, según datos proporcionados por Icetex, solamente en 2023 se adjudicaron 56.009 nuevos créditos, que representan $531.746 millones. En su mayoría, 91%, se les entregaron a estudiantes de estratos bajos.
Pero cuando eso no ocurre, el costo emocional y financiero se multiplica. “Una cosa sería si fuera solo una experiencia social. Pero si no te prepara para los trabajos y empiezas en un gran aprieto, creo que no es bueno”, dijo Zuckerberg. Y es ahí donde toca un punto clave, porque surge la pregunta de si la universidad debería ser un espacio para la vida o una herramienta para el trabajo, o si ambas cosas.
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La nueva ruta del aprendizaje ¿Menos diplomas y más habilidades?
Actualmente, plataformas como Coursera, LinkedIn Learning o incluso YouTube ofrecen contenidos que hace 10 años solo se aprendían en salones de clase. Las empresas comienzan a valorar más lo que una persona sabe hacer que lo que dice su diploma. Incluso en áreas como programación, diseño, inteligencia artificial o análisis de datos, la ruta de formación puede ser mucho más directa y práctica que una carrera tradicional.
Eso no significa que la universidad esté obsoleta, pero sí da la impresión de que necesita cambiar y generar más conexión con empresas, tecnología e ir más orientada a formar en habilidades blandas.
Por último, la educación superior en Colombia, y en el mundo, tiene que dejar de formar solo para el grado, y empezar a hacerlo para el futuro. Las cifras de la reducción drástica en las matrículas hablan por sí solas: los jóvenes ya no quieren formaciones largas y generales, sino cortas y específicas para desempeñar bien la labor en compañías particulares.