En Colombia y el mundo, cada vez más trabajadores siguen asistiendo a sus empleos, pero mental y emocionalmente ya no están allí. ¿Por qué ocurre y cómo prevenirlo?
La renuncia silenciosa no es pereza ni falta de compromiso, sino más bien un síntoma de agotamiento emocional y desconexión dentro de las organizaciones. Se trata de empleados que cumplen con lo mínimo exigido, pero que han dejado de involucrarse, innovar o aspirar a más, no por rebeldía, sino por decepción. Aunque siguen presentes físicamente, han renunciado internamente a dar lo mejor de sí.
Este fenómeno laboral, que se convirtió en tendencia global tras la pandemia, no es algo que ocurre de repente, sino que empieza con unos comportamientos comunes que pueden ser identificados y llevan a un colaborador a desconectarse sin necesidad de abandonar su cargo oficialmente.
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Cinco aspectos que incentivan la renuncia silenciosa
De acuerdo con el profesional en administración de empresas Sneider Leonardo Castañeda, quien ha compartido esta pirámide en la red social de LinkedIn, la renuncia silenciosa se va gestando de forma progresiva a partir de carencias estructurales dentro del entorno organizacional:
- Falta de comunicación: desencadena frustración, desorientación y la sensación de ser ignorado.
- Falta de sentido de pertenencia: provoca aislamiento, ansiedad y síntomas de depresión.
- Falta de reconocimiento: reduce la autoestima, el compromiso y la motivación diaria.
- Falta de consistencia: aparece cuando hay políticas contradictorias y decisiones erráticas.
- Falta de confianza: se traduce en estrés, inseguridad y alto desgaste emocional.
¿Por qué los empleados renuncian emocionalmente?
El fenómeno ocurre cuando los líderes dejan de escuchar, cuando el reconocimiento desaparece, y cuando se exige rendimiento sin claridad, propósito ni dirección. “Ya no creen que valga la pena dar más”, explica Castañeda en su publicación.
La renuncia silenciosa se convierte entonces en una forma pasiva de protesta. El empleado no se va, pero tampoco permanece en plenitud. Cumple sin involucrarse, marca tarjeta sin entusiasmo, participa sin aportar más de lo necesario. El costo para las empresas: baja productividad, pérdida de talento clave y un clima laboral deteriorado.
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Cómo prevenir la renuncia silenciosa
Prevenirla exige un cambio de enfoque en la gestión del talento humano. Más allá de los KPIs y las métricas tradicionales, los líderes deben comenzar a hablar de propósito, confianza y conexión emocional.
Estas son algunas claves para abordarla:
- Escuchar activamente a los colaboradores, incluso cuando las respuestas sean incómodas.
- Reconocer el buen trabajo de manera constante, más allá de los resultados.
- Valorar el talento como insustituible, no como un recurso más.
- Fomentar espacios de diálogo, bienestar emocional y sentido de pertenencia.
- Aplicar políticas coherentes que no generen incertidumbre o contradicción.
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