Este lunes 12 de mayo comenzó en Nueva York el juicio penal contra Sean “Diddy” Combs, productor musical, empresario y figura clave en la historia del hip-hop, acusado de liderar una red de tráfico sexual, asociación ilícita y coerción durante más de dos décadas. La fiscalía sostiene que Combs —también conocido como Puff Daddy— utilizó su poder, fortuna y estatus cultural para explotar a mujeres mediante amenazas, violencia, drogas y chantaje.
El juicio se lleva a cabo en el Tribunal Federal del Distrito Sur de Manhattan y no será televisado, aunque sí ha sido ampliamente seguido por medios internacionales. De ser hallado culpable de los cinco cargos, incluyendo crimen organizado y transporte con fines de prostitución, Combs podría enfrentar cadena perpetua.
La fiscal Emily Johnson presentó al jurado una narrativa de control y violencia: describió a Combs como el organizador de rituales sexuales denominados “Freak Offs”, celebrados en hoteles y propiedades privadas por todo Estados Unidos, donde —según testimonios— se drogaba a mujeres y se las obligaba a participar en actos sexuales, que en muchos casos eran grabados sin su consentimiento.
Entre las principales acusadoras están Cassie Ventura, expareja de Combs, y una mujer identificada como “Jane”. La fiscalía relató múltiples episodios de abuso físico contra Ventura, incluyendo golpizas, agresiones con patadas y amenazas con publicar videos íntimos si ella desobedecía. En otro caso, “Jane” habría sido obligada a consumir drogas y permanecer despierta por días mientras era sometida a situaciones similares.
Una de las pruebas clave del día fue un video de seguridad de 2016, ya difundido por CNN, en el que se ve a Combs persiguiendo y golpeando a Ventura en un hotel de Los Ángeles. El testigo Israel Florez, agente del LAPD y exguardia de seguridad del Hotel InterContinental, confirmó el incidente y relató que Combs intentó sobornarlo con dinero en efectivo, diciendo: “No se lo digas a nadie”. También testificó que Ventura tenía un ojo morado y que le repetía llorando: “Solo quiero irme”.
El segundo testigo, Daniel Phillip, exbailarín y trabajador sexual, declaró que recibió pagos de Combs entre 2012 y 2014 para tener relaciones sexuales con Ventura, mientras el productor observaba. Phillip también relató dos episodios de agresión contra ella, uno de los cuales incluyó golpes, gritos y amenazas. “Saltó sobre mis piernas temblando, como aterrorizada”, testificó.
¿Solo una “relación tóxica”?
La defensa, liderada por los abogados Teny Geragos y Marc Agnifilo, no negó la violencia doméstica, pero argumentó que no hay pruebas de crimen organizado ni tráfico sexual. “Este no es un caso complicado. Se trata de amor, celos, infidelidad y dinero”, afirmó Geragos.
Señaló que los actos sexuales descritos fueron consensuados entre adultos y que varias acusadoras recurrieron primero a abogados civiles —no a la policía— con la intención de recibir compensación económica.
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Geragos calificó el video del hotel como “indefendible” y “deshumanizante”, pero insistió: “No es evidencia de tráfico sexual”. Reconoció que su cliente debe rendir cuentas por algunos actos, pero “lucharemos por su libertad por lo que no hizo”.
El juicio se prevé extenso y perturbador. En su primer día, el jurado escuchó descripciones de tríos, agresiones, grabaciones íntimas, micción forzada, voyerismo y abuso físico. Durante uno de los testimonios, las hijas de Combs abandonaron la sala visiblemente afectadas. La comparecencia de Cassie Ventura está prevista para este martes.
