El sonido de los cronómetros aún resuena en las calles de Berlín y Tokio, pero el verdadero enemigo de los corredores ya no está en la competencia. Está en el aire, pues el calor inusual que marcó las maratones de 2025 reescribió la historia del atletismo: según el más reciente análisis de Climate Central, el cambio climático ha vuelto dos y hasta tres veces más probables las condiciones de calor que deshidratan, agotan y borran los límites entre resistencia y riesgo.
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De las 221 maratones analizadas en el estudio, 190 —el 86%— verán reducidas sus probabilidades de ofrecer condiciones óptimas para correr hacia 2045, incluidas las siete carreras más prestigiosas del circuito mundial: Tokio, Londres, Berlín, Boston, Chicago, Nueva York y el Maratón de París. Los investigadores identificaron un “punto óptimo” de temperatura que permite a los atletas alcanzar su máximo rendimiento. Ese equilibrio, sin embargo, se está volviendo cada vez más escaso.
En los últimos años, las olas de calor han convertido los podios en pruebas de supervivencia. Lo que antes era un desafío de resistencia física ahora se cruza con la capacidad del cuerpo para soportar temperaturas cada vez más altas. Ibrahim Kipkemboi Hussein, primer keniano en ganar las maratones de Nueva York y Boston, lo resume con claridad: “Ya no se trata solo de correr con fuerza, sino de respetar las nuevas condiciones. El clima forma parte ahora del recorrido y, si no lo protegemos, los récords del futuro serán cada vez menos probables”.
La maratón de Tokio, que hoy ofrece la mayor probabilidad de condiciones ideales —69% para corredores de élite masculinos—, también será la que más pierda esa ventaja para 2045, ya que las temperaturas promedio del amanecer, que alguna vez ofrecían frescura, ya no bastan, lo que ha llevado a que los organizadores estudien retrasar o adelantar horarios, pero los expertos advierten que el margen de maniobra es limitado. Correr más temprano puede mejorar ligeramente las probabilidades, pero el efecto es mínimo frente a la tendencia global de calentamiento.
La adaptación, por ahora, recae sobre los cuerpos. Catherine Ndereba, excampeona mundial y dos veces ganadora en Boston y Chicago, explica que los atletas han tenido que cambiar su forma de entrenar: “La deshidratación es un riesgo real. Ya no basta con prepararse físicamente; hay que aprender a competir bajo estrés térmico. El mundo por el que corremos está cambiando”.
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Las cifras refuerzan la advertencia: solo 7 de 51 maratones en Estados Unidos mantendrán para 2025 más del 50% de probabilidad de ofrecer temperaturas óptimas. En el resto, la ventana para romper récords se ha encogido. Detrás de cada zancada hay una historia de adaptación y pérdida: menos sombra, más calor y menos margen de error.
Los corredores lo saben y el informe lo deja claro: el cuerpo humano puede entrenarse para casi todo, menos para un planeta que se calienta sin pausa, así que de acá en adelante, la verdadera línea de meta no está en los 42 kilómetros de una ciudad, sino en la reducción global de emisiones.
- ¿Qué maratones serán las más afectadas por el calor?
- Tokio, Berlín, Boston, Chicago, Londres y Nueva York perderán sus condiciones ideales antes de 2045.
- ¿Qué recomiendan los expertos a los corredores?
- Entrenar bajo condiciones térmicas diversas, hidratarse correctamente y adaptar la estrategia de carrera.
- ¿Cómo afecta el cambio climático a las maratones?
- Aumenta la temperatura y la humedad, lo que eleva el riesgo de deshidratación, fatiga y bajo rendimiento en los corredores.