La Superintendencia Financiera autorizó la inscripción de las acciones de Tigo-UNE en el Registro Nacional de Valores y Emisores, en un nuevo paso hacia la venta de la porción equivalente a 50% que tiene EPM en la compañía de telecomunicaciones.
Según había comentado Federico Gutiérrez, alcalde de Medellín y presidente de la Junta Directiva de Grupo EPM, esa desinversión podría finalizarse para el primer semestre de 2026. Y aunque la venta de los títulos se hará en tres etapas, las cuentas preliminares apuntan a que Millicom sería el oferente que tome esa participación, valorada en $2,1 billones.
De esa manera estaría caminando la undécima movida más relevante del sector telco en la región latina y la séptima en la que Millicom sería protagonista, pues ya le compró la operación a Telefónica en El Salvador, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Ecuador, Uruguay y Colombia.
Aunque debe quedar claro que varias de esas operaciones esperan la luz verde de las autoridades que regulan la competencia.
Las grandes transacciones de este renglón tienen a Telefónica en el centro a raíz de sus planes para desinvertir en Latinoamérica, excepto en Brasil. Hasta ahora, ha cedido su operación en 10 países del vecindario a cambio de unos US$5.640 millones y 40% de esas cesiones las concretó con Millicom.
Telefónica ya les había anunciado a sus inversionistas la intención de salir de esta región debido a los altos costos de capital versus la baja rentabilidad que exhibe el negocio.
Fue por esa misma razón que EPM decidió deshacerse de su participación en Tigo-UNE, una compañía que se había convertido en un activo tóxico para el portafolio del conglomerado público de servicios más grande de Colombia.
En los últimos 10 años, Tigo-UNE arrojó pérdidas para los ejercicios de 2015, 2018, 2020, 2021, 2022 y 2023, que totalizaron cerca de $1,4 billones, mientras que las utilidades para 2016, 2017, 2019 y 2024 sumaron un poco más de $517.840 millones.
“Este negocio es tan competido y complejo, que día a día, semana a semana, mes a mes, deben sacarse nuevos planes y todos tendiendo a la baja contra la rentabilidad de las empresas para poder conservar clientes”, dijo John Maya Salazar cuando se discutía la aprobación de la venta en el Concejo de Medellín.
Mapeo de las movidas
Entre los 10 países en los que Telefónica ya vendió sus operaciones, aparte de Millicom, el otro comprador pesado ha sido América Móvil, que tomó los activos para Guatemala y ahora estaría en serias negociaciones para quedarse también con el negocio en Chile.
Esta última operación también podría materializarse como la undécima más sobresaliente en América Latina si llega a concretarse primero que la compraventa de Tigo-UNE.
Al tratarse de un sector en el que se demandan altas inversiones, pero los precios para el consumidor deben permanecer competitivos, la amortización es compleja y, por ello, diversos actores de este ramo económico coinciden en que el mercado avanza en un proceso de con consolidación en el que cada vez hay menos espacio para múltiples jugadores. Las dificultades que atraviesa WOM, actualmente en proceso de reorganización, son muestra de ello.
Carlos Blanco, presidente de Tigo-UNE Colombia había indicado que “la industria está bastante presionada financieramente. Diría que es por tres factores: Uno tiene que ver con las cargas que tienen las empresas, como los costos del espectro, las contraprestaciones de servicios y gran cantidad de cargas financieras. También está la competencia”.
Tal como lo señaló en su momento, a través de las redes de los operadores “pasa buena parte del tráfico de datos de los gigantes de Internet, como Meta, Google o Netflix, y no recibimos compensación económica. Es como si los camiones más pesados no pagaran los peajes por el uso de las vías”.
La solución, desde su óptica, “es buscar escala, y eso no pasa solamente en Colombia. En EE.UU. se pasó de cuatro a tres operadores. En Brasil también se consolidó a tres. En Europa también se consolidaron muchos operadores. Es un fenómeno en todo el mundo y la solución es la integración de empresas que antes eran competidores”.
En el mercado nacional no solo se cocina la venta de ese 50% de Tigo-UNE en manos de EPM, sino que se le solicitó a la Superintendencia de Industria y Comercio la autorización para que este operador se integre con Movistar, marca usada en el país por Telefónica.
Recientemente, la Comisión de Regulación de Comunicaciones, CRC, se refirió al asunto y dio un concepto positivo al mencionar que “puede generar beneficios en eficiencias y equilibrio del mercado”.
Sin embargo, subrayó que para evitar un duopolio, se deben garantizar “medidas que garanticen la libre competencia y la participación de terceros operadores”, pues la carrera dejaría a Tigo y Movistar con una cuota casi de 38% y a Claro con una de 52,1%.
¿Qué sigue para Tigo?
En total se pondrán a la venta 5,01 millones de títulos que representan la porción de 50% que tiene EPM en Tigo, el restante 48,9% pertenece a Millicom.
En la primera etapa se ofrecerán las acciones a los destinatarios de condiciones especiales. Si allí no se venden, pasan a una segunda etapa, en la que puede comprar el público en general. De no venderse todo en esa ronda, llegaría una tercera, en la que se activa el derecho preferencia con el que Millicom puede comprarle la participación directamente a su socio.
Si Millicom no hace uso de ese derecho de preferencia como accionista controlante, EPM podría, posteriormente, vincularlo a la venta y ofrecer de manera conjunta la totalidad de la participación accionaria que tengan ambos.