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¿Estamos viviendo una nueva burbuja? Fiebre por la IA alteró las cuentas de empresas y bolsas de valores

En la Bolsa de Estados Unidios, Nvidia se ha convertido en el símbolo del boom. Su capitalización bursátil superó los US$5 billones en 2025, convirtiéndose en la empresa más valiosa del planeta.

  • Mark Zuckerberg, director ejecutivo de Meta Platforms; Jensen Huang, presidente y director ejecutivo de Nvidia; y Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI. FOTO: Getty.
    Mark Zuckerberg, director ejecutivo de Meta Platforms; Jensen Huang, presidente y director ejecutivo de Nvidia; y Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI. FOTO: Getty.
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Desde que ChatGPT irrumpió en la escena a finales de 2022, los mercados financieros no volvieron a ser los mismos. En menos de tres años, el S&P 500, donde están las empresas más grandes del mundo, subió 85%, y los analistas coinciden en que la inteligencia artificial (IA) explica cerca del 75% de esos rendimientos, el 80% del crecimiento de las ganancias corporativas y el 90% del gasto de capital.

El epicentro de este fenómeno es Nvidia, una empresa que pasó de ser un actor mediano en el mundo de los chips a convertirse en la más valiosa de la historia moderna, con una capitalización superior a 5 billones de dólares, el doble del PIB de Canadá.

Hay empresas tecnológicas más grandes que la economía de países enteros”, reseña Freddy Vega, CEO de Platzi.

El entusiasmo es tal que las 15 principales compañías vinculadas a la IA —entre ellas Microsoft, Apple, Alphabet, Amazon, Meta, Tesla, Palantir y Oracle— acumulan 26 billones de dólares en valor de mercado, el equivalente al 43% del S&P 500, una concentración inédita. “Nunca antes el índice había estado tan concentrado”, comenta Camilo Cisera, economista argentino y especialista en finanzas.

Sin embargo, tras el brillo hay sombras. El mismo Estados Unidos que celebra máximos históricos en bolsa enfrenta un mercado laboral enfriado, las vacantes de empleo cayeron de 12 millones a 7,2 millones en 2025, una caída del 40%, justo cuando Wall Street toca su punto más alto.

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Crecimiento explosivo, deuda récord y despidos masivos por la IA

Vega recuerda que la inversión global privada en inteligencia artificial “explotó” en solo cinco años. En 2018 rondaba los 50 mil millones de dólares; hoy supera los 250 mil millones anuales. Las grandes tecnológicas no solo destinan buena parte de sus utilidades a esta carrera, sino que han emitido 139 mil millones en bonos para financiar nuevos centros de datos y servidores.

Solo en los últimos tres meses, los cinco gigantes de los centros de datos (Amazon, Microsoft, Alphabet, Meta y Oracle) invirtieron 110 mil millones en infraestructura, y se proyecta que el gasto anual en IA alcance 600 mil millones de dólares en 2028.

Aun así, este auge bursátil contrasta con una economía global que pierde impulso. Según Vega, el PIB mundial bajará de 3,3% en 2024 a 2,9% en 2026, mientras que América Latina permanece prácticamente estancada, con un crecimiento promedio de apenas 2,2%.

Si quitamos las tecnológicas del S&P 500, Estados Unidos estaría en -0,5%. El mundo, sin IA, está en colapso”, asegura Vega.

Nvidia es la empresa más valiosa del mundo.
Nvidia es la empresa más valiosa del mundo.

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La paradoja se agranda cuando se miran los despidos masivos. Empresas como Amazon, Intel y Microsoft han recortado personal en medio de la bonanza bursátil. Muchos culpan a la IA, pero Vega matiza: “Los despidos actuales son un rebalanceo del exceso de contratación durante la pandemia, más que una consecuencia directa de la IA”.

Cisera sintetiza la paradoja de la era ChatGPT: “Desde finales de 2022, las acciones no paran de subir, pero las vacantes laborales caen en picada”.

Ante esto, Sebastián Toro, analista financiero y fundador de Arena Alfa, lo llama una “crisis silenciosa”. “El mercado está sostenido por 10 acciones; el resto cae. Los sectores defensivos, el comercio y la salud están muy castigados. No es un mercado fuerte, sino uno concentrado”.

Entonces, mientras el S&P 500 rompe récords y la IA concentra la riqueza en un puñado de corporaciones, millones de trabajadores enfrentan la automatización, la reconversión forzada y la incertidumbre. “Puede parecer casual, pero desde el lanzamiento de ChatGPT, las vacantes se redujeron más del 40%. El mercado laboral está en pausa, mientras el capital especula con el futuro”, precisa Vega.

A su vez, Toro lanza una alerta social: “Todo este tema de la IA también va a llevar a despidos, mayor desempleo. Si reemplazas trabajadores por algoritmos, logras eficiencias, pero destruyes consumo y salarios. Eso puede derivar en una crisis futura”.

¿Estamos ante una burbuja de la IA?

La pregunta divide a los expertos. Carolina Pineda, cofundadora de Mis Propias Finanzas, recuerda que una burbuja ocurre cuando los precios superan ampliamente los fundamentos reales: ventas, utilidades o flujos de caja.

“El miedo a quedarse por fuera, empuja a la gente a comprar, y cuando las promesas no se cumplen, el mercado colapsa”.

Vega coincide: “Sí hay una burbuja de inversión en IA, como la de tecnología-cripto en 2020 y 2021. Causará la caída de muchas startups y quizás de algunos titanes como Meta o Apple. Pero no veremos el colapso de OpenAI, Microsoft o Google. La utilidad de la IA es real, inmensa y poco explorada”.

Hay indicadores respaldan esa advertencia. Por ejemplo, según el Buffett Ratio, la bolsa de EE. UU. vale 217% de su PIB, un nivel de sobrevaloración comparable al año 2000. También se han invertido 558 mil millones de dólares en IA, pero solo se han generado 35 mil millones en ingresos.

Por otro lado, por cada trabajador tecnológico que compra acciones, 4.236 las venden. Y hay valoraciones extremas como OpenAI (30 veces en ingresos) y Anthropic (37 veces), que superan con creces el promedio del sector software (7 veces). Incluso, un 79% de los inversionistas encuestados cree que ya estamos viviendo una burbuja.

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La euforia tecnológica y el riesgo financiero global por la IA

De esta manera, hoy, el debate central gira en torno a una pregunta incómoda: ¿estamos viviendo una revolución tecnológica o una burbuja financiera alimentada por la euforia y el dinero barato?

Para Sebastián Toro, analista económico y fundador de Arena Alfa, el fenómeno tiene matices. “Diría que una burbuja en todo el tema de la inteligencia artificial no hay. Hay algunas acciones que por sus valoraciones se podrían catalogar como burbujas, de pronto Palantir o Nvidia, pero no diría que toda la IA es una burbuja porque sí siento que es un cambio estructural bastante grande”.

Toro habla de una “nueva era, la era de los trillones”, donde megacorporaciones tecnológicas ya superan valuaciones de 5 billones de dólares. Sin embargo, advierte que ese crecimiento tiene un lado oscuro. “Sí veo unas valoraciones bastante altas y peligrosas que nos hacen ser cautos frente al tema”.

Por su parte, Diego Fernando Palencia, vicepresidente de investigaciones y estrategia de Solidus Capital, considera que esto no es una burbuja sino una “revolución tecnológica”. “Las revoluciones tienen connotaciones negativas y positivas: para algunos es el fin de su zona de confort, para otros una nueva visión profesional y social”.

Sin embargo, el propio Palencia reconoce un riesgo latente ante la euforia especulativa. “Esta revolución generará especulación, y como siempre, los vientos de avaricia terminan en pérdidas históricas para inversionistas inexpertos. Es un mercado de profesionales donde los novatos pueden salir quemados”.

Por eso, el analista Toro compara la situación con los años previos a la burbuja puntocom. “Hay un boom, pero todavía es muy incierto cómo se va a materializar eso en mayores ingresos y utilidades. En algún momento las empresas se darán cuenta que hay un exceso de capacidad instalada que no se logra rentabilizar, y ahí comienza a desinflarse toda esa inversión”.

Ante esto Palencia lanza una advertencia más contundente: “No es sostenible crecer a tasas exponenciales en periodos cortos. Los procesos deben ser sostenibles, ajustados al riesgo y al tiempo. Hacer lo contrario desencadena euforia, y actualmente estamos en una euforia sin control sostenible”.

Entonces, ¿estamos frente a una burbuja o a una transformación estructural? Juan Felipe Carmona, profesor del Tecnológico de Monterrey y CEO de Laguna-ai, plantea una lectura equilibrada. “Las dos situaciones no son excluyentes. Ya sucedió con la llegada de internet”.

Para él, aunque hay empresas sobrevaloradas, el impacto de la IA será tan profundo que transformará el sistema económico global. “La sostenibilidad depende de si la IA cumple sus promesas y de si la capacidad energética puede soportar la demanda de cómputo. Además, depende de la paciencia de los inversionistas”.

Carmona recalca una diferencia clave: “Las valuaciones son expectativas a futuro, mientras que el mercado laboral es el presente. Hay que darle tiempo antes de hablar de una burbuja o una crisis de empleo”.

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¿Qué pasa con la economía de Estados Unidos y la IA?

A esto se suma la deuda estadounidense, que ya supera los 38 billones de dólares —más del 100% de su PIB—. Para Juan Pablo Zuluaga, cofundador de Mis Propias Finanzas, esto pone en entredicho la hegemonía global de EE. UU. “Ray Dalio (multimillonario y filántropo estadounidense) advierte que los países no se quiebran por falta de ingresos, sino por exceso de deuda. Y Estados Unidos se acerca peligrosamente a ese límite”.

Cisera aporta otra perspectiva, dentro del S&P 500, las 15 empresas ligadas a IA cotizan a 31 veces sus ganancias futuras, frente al promedio general del índice (23 veces) y al resto de las compañías (17 vces).

Esa diferencia muestra cómo Wall Street se transformó en una gran apuesta por el futuro de la inteligencia artificial”.

Pero Cisera también lanza una advertencia: “Históricamente, cuando el S&P 500 cotizó a 23 veces sus ganancias proyectadas, los rendimientos de la siguiente década fueron nulos o negativos”.

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¿Por qué podría ser diferente esta vez?

Aun así, hay matices. Las empresas líderes de esta revolución sí generan beneficios reales. Nvidia, por ejemplo, proyecta una utilidad neta del 55% en 2025 y un crecimiento de ventas de 114% en 2025.

Pineda señala que en el 2000 el Nasdaq tenía un precio/ganancia de 200 y el S&P 500 de 79, mientras que hoy están en 30 y 23, respectivamente. “Estamos en niveles altos, pero no en el delirio de la burbuja ‘dotcom’”.

Vega añade que, además, la inversión actual en IA se financia principalmente con efectivo propio, no con deuda o capital de riesgo. “Eso da más tranquilidad. Estas compañías están apostando con su propia caja”.

El margen de expansión sigue siendo grande, solo el 10% de las empresas estadounidenses ha adoptado la IA, y menos del 30% la ha implementado en procesos productivos. “El 90%-95% de los proyectos aún no generan retorno por falta de conocimiento técnico. El potencial sigue intacto”.

Frente a este panorama, los expertos recomiendan cabeza fría. Vega lo resume así: “Es una situación burbujeante, pero no una burbuja absoluta. Si explota, el sistema financiero global podría temblar. Nvidia ya es ‘demasiado grande para fallar’”.

El consenso entre los expertos va en la línea de que la inteligencia artificial no es una burbuja generalizada, pero sí una revolución con zonas de sobrevaloración. El riesgo no está solo en los precios, sino en la velocidad de la transformación. Como dice Palencia, “en finanzas, vender más no es ganar más dinero. Crecer sin medir el riesgo lleva a errores costosos”.

Por eso, Vega concluye que la IA no es una moda, “es una herramienta que cambiará la economía global. Pero toda revolución tiene sus excesos, y los inversionistas deberán aprender a distinguir entre el oro y el espejismo”.

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