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Payasos

Es aquí donde triunfan nuestros payasos. Sin límites colectivos, las voces individuales se hacen escuchar desde el escándalo y sobre él edifican sus aspiraciones.

hace 5 horas
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  • Payasos

Por David E. Santos Gómez - davidsantos82@hotmail.com

A estas alturas del desorden mundial y nacional no parece una exageración decir que estamos en manos de payasos. Que algunos de ellos gobiernan en medio de bufonadas y otros pretenden usar la estrategia de la farsa como camino al poder. Quizá sea la más popular en el mercadeo político contemporáneo que trata de replicar lo que a otros les ha funcionado en el norte y en el sur. Justo cuando el ruido invade la realidad social, cuando la mesura se hace un camino improbable, se pretende llegar a la cima a los gritos y una vez en ella profundizar lo irresponsable como método. No hay límites para el delirio porque la línea roja de lo aceptable se modifica con cada declaración y así la locura pasa a ser la nueva normalidad. Ante el reclamo, a los cuerdos se les señala de dementes.

Entre las muchas y graves grietas que debilitan la democracia está la ausencia de partidos políticos fuertes, con un ideario claro que, además, ofrezcan un plan de acción de largo aliento. La construcción de liderazgos colectivos cedió al caudillismo y en este campo la demagogia encuentra un terreno fértil. Es aquí donde triunfan nuestros payasos. Sin límites colectivos, las voces individuales se hacen escuchar desde el escándalo y sobre él edifican sus aspiraciones. Los viejos y grandes partidos se atomizaron y en las pequeñas colectividades de garaje dan sombra a los trastornados del momento.

Una de las paradojas de la elección democrática contemporánea es una ciudadanía que tiene a su disposición un abanico amplio de información, pero se concentra solo en aquella que le reafirma sus prejuicios. Los bufones reconocen allí un enorme campo de posibilidad para ganar el poder al jugar con falacias y generalizaciones que garantizan el voto. La indignación pasa a la ira y es la ira la que elige el día de las elecciones.

Aquí entramos nosotros y nuestra angustiante realidad. Colombia se lanzó de lleno en la campaña electoral que elegirá al sucesor de Gustavo Petro y el listado de payasos que pretenden sucederlo es extenso. Juegan a repetir lo que Rodolfo Hernández logró en la primera vuelta presidencial del 2022 (en la segunda ronda resultó evidente incluso su desprecio por la campaña y su desinterés por obtener el triunfo). Entonces vemos de nuevo las redes sociales como canales de simplificación del mensaje, el detestable interés de aprovechar tragedias ajenas, la crítica fácil al enemigo de turno o la puesta en escena de escándalos que ganen titulares. El tarjetón se llena de propuestas que aprovechan el sentimiento de orfandad gubernamental y los candidatos juegan a venderse como el cambio tras el cambio fallido. Algunos lo dicen desde la orilla que dirige la Casa de Nariño y otros desde la oposición. A la gran mayoría los une la locura como estrategia. Quieren ganar titulares a como de lugar. Son los bufones que dejan de servir al rey para intentar tomar su lugar.

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