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Cuando los dueños
de las fincas son más
malos que sus mayordomos
Por Juan David Escobar Valencia - opinion@elcolombiano.com.co
En 1891 Theodore Roosevelt manifestó su preocupación porque muchos de sus compatriotas se convirtieron en “comerciantes que han olvidado cómo luchar, ricos demasiado tímidos para proteger sus riquezas, propietarios, grandes o pequeños, que necesitan la paz y, sin embargo, carecen del sentido común y el coraje para estar siempre preparados para conquistarla”.
Hace unas semanas la Asociación Nacional de Productores de Petróleo y Gas (ACP), en cabeza de su presidente, que no es santo de mi devoción pues de supuesto “uribista” se convirtió en peón de Santos para adelantar el “acuerdo” de impunipaz extorsiva con un cartel narcoterrorista, presentó un estudio que advierte de los altísimos riesgos del sector energético del país, especialmente el futuro del mismo ante la altísima probabilidad de desabastecimiento que tendremos por la preocupante disminución de la exploración e inversión en el sector de hidrocarburos. Y si esto no fue suficiente “herejía”, también osó criticar al Ministerio de Hacienda y al Gobierno, en caso de que existan dichas cosas desde hace 1058 largos días, por haber suspendido irresponsablemente la “regla fiscal”, una señal de que ya no es necesario tomarse completamente la junta del Banco de la República, aunque sigue en la mira. Probablemente lo echarán del Santismo, por haberse atrevido a contradecir al presidente que ellos ayudaron a posesionar en 2022.
Pero el problema realmente no es qué tan malos hayan sido “muchos” de los gremios durante este gobierno que, a excepción de Fenalco, han sido grandes exponentes de la mediocridad y el arrodillamiento cobardón. Finalmente, los gremios no pueden ser más malos que los empresarios representados, que son quienes los sostienen y pagan sus nóminas. Un presidente de gremio no puede ser bueno por mucho que lo intente, voluntaria o involuntariamente, si quienes pagan su sueldo son solo negociantes sin principios, o por lo menos principios distintos a los de la “contabilidad generalmente aceptada”. Se parecen al dueño de la finca que solo piensa en el corto plazo, en el balance de fin de año, y no en la continuidad del negocio ni el largo plazo, y le ordena al mayordomo matar la gallina que da huevos todos los días porque él quiere sancocho de pollo hoy; y si el coraje y el carácter están ausentes o no hacen parte de la educación de los empresarios de hoy (no los de 1957), no esperemos que el gremio sea quien supla esa carencia.
Hace unos días, la distribuidora de combustibles Terpel emitió un comunicado que más bien parece la declaración de un condenado a muerte que agradece a su verdugo por el funesto futuro que se avecina. En el comunicado dicen “distanciarse” de lo expresado por el presidente de la ACP y no sentirse representados, porque al parecer disentir de la funesta política energética del gobierno “aliado”, les parece que va en contra del papel de los empresarios y “divide” al país.
En agosto del año pasado, durante un premonitorio desabastecimiento de combustible de aviación, quien desgobierna a Colombia dijo que la culpa no era de Reficar sino de la distribuidora, ahora “aliada”, y que sería investigada “a fondo” por las “superintendencias”. ¡Cómo nos cambia la vida! Y yo cambiaré donde comprar gasolina.