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Periodista y editor de textos

Ortografía para todos: palabras paisas que nadie usa

hace 15 horas
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  • Ortografía para todos: palabras paisas que nadie usa

Bueno, “nadie usa” es exceso de dramatismo, una hipérbole. Quería meterle presión al título. Hace dos semanas les hablé de algunas palabras y expresiones que los muchachos de 15 años ni usan ni entienden porque se fueron quedando, las palabras y expresiones aquellas, en las generaciones del pasado, las del siglo pasado, y esto ya no fue hiperbólico. Les pedí que me enviaran por correo alguna que se les ocurriera, aprovechando que son ustedes mayorcitos que yo, y son tan queridos que, en efecto, llegaron mensajes.

Las de Alonso Mejía

El campo de aviación = El aeropuerto. La máquina de retratar = La cámara. “Vamos para función” = “Vamos para cine”. La bola = La patrulla de policías.

Las de Luis Eduardo Blandón

Niguatero: Lleno de niguas, pequeño animalito que se metía en las uñas de los pies.

Pucha: Medida antigua para pesar cereales y granos (su equivalencia la ignoro).

Topar: Encontrar algo extraviado.

Angurrioso: Persona con envidia de lo ajeno.

Entelerido: Persona desatenta y de poco entendimiento.

Las de Cecilia Céspedes

Me acordé de un saludo entre campesinos cuando se cruzaban por su paso en caminos de herradura: “Sacramento del altar, padrino”. Nunca entendí qué quería decir y no recuerdo qué le contestaba el otro.

En cercanías de Santa Fe de Antioquia, hace unos 80-100 años se referían a la cuchara como la pañaora, y generalmente comían con pañaoras, o sea, con cucharas hechas de totumas.

Las de Jorge Mejía

Entenado por hijastro; salamero y lambón por adulador; aguacate por ingenuo; entumido por débil.

Las de Ana María Vieco (con la ayuda del Diccionario paisa, de don Mario Velásquez)

Corcoviar: Pataleta. “Atenete ai”: “No te confíes”. Atisbar: Mirar disimuladamente. Entripao: Algo que se guarda, secreto, engaño. Jijuemil: Exagerado, numeroso. Jonjoliar: Mimar, cuidar con cariño. Papindó: Peinado muy ordinario. Tarabita: Persona que se mueve mucho. Verniaito: De a poco.

Un comentario final

El idioma cambia. Cambia de región en región, cambia de generación en generación. Yo no conocía la mayoría de estas palabras y expresiones, en parte porque soy un recién nacido del año 88. En parte porque siempre he vivido en la ciudad. Así que estoy impregnado de parlache más que nada. No recuerdo si les conté este cuento ya, porque lo he repetido muchas veces: hace dos años, unos estudiantes de la Facultad de Comunicación y Periodismo de la UPB estaban haciendo una investigación interesantísima. Estaban investigando la influencia del parlache en el reguetón. Me pidieron que les dijera algunas palabras del parlache, del parlar del parche, las que se me ocurrieran. Es la misma petición que les hice la semana pasada a ustedes, casi. La primera que yo pronuncié fue “peye”, y los muchachos, todos nacidos en este siglo, se miraron. Nunca la habían escuchado. Yo ya no la uso porque uso una soez que equivale, pero pensé que ellos la usaban, o que por lo menos la reconocerían y la comprenderían. Pues no, para mi susto. Así comprendí que las palabras que usábamos en los 90 no son las palabras de esta generación, y no han pasado 60 años.

Ya lo dijo Marc Bloch, historiador francés: las fronteras entre las generaciones son cada vez más anchas. Los aparatos que llamamos tecnología han acelerado los cambios en las sociedades, y ello incluye al idioma, porque ningún fenómeno lingüístico es solo lingüístico.

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