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¿Cuándo dejará de ser habitable la Tierra? La Nasa ya tiene una respuesta

Un estudio de la Nasa y la Universidad de Toho advierte cuándo será el momento en que la Tierra perderá su oxígeno, poniendo fin a la vida compleja.

  • El oxígeno que sostiene la vida desaparecerá en mil millones de años, según un nuevo estudio científico. FOTO Getty
    El oxígeno que sostiene la vida desaparecerá en mil millones de años, según un nuevo estudio científico. FOTO Getty
hace 48 minutos
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La atmósfera terrestre no será eterna. Aunque parece una idea lejana, un reciente estudio liderado por la Nasa y la Universidad de Toho reveló que dentro de aproximadamente mil millones de años, la Tierra dejará de ser un planeta habitable para la vida compleja, como resultado del progresivo agotamiento del oxígeno en el aire.

La explicación

Esta transformación, provocada por el aumento gradual de la luminosidad solar, marcará un punto de inflexión en la historia del planeta, cuya estabilidad química ha sido clave para la existencia de animales, humanos y vegetación.

Lea también: ¿Cómo cuidar a la Tierra y evitar la catástrofe?

El modelo climático y geoquímico utilizado por los científicos —dirigido por Kazumi Ozaki, de la Universidad de Toho, y Christopher Reinhard, del Instituto Nexus for Exoplanet System Science de la Nasa— simuló la evolución de la atmósfera terrestre en escalas de tiempo geológico. Sus hallazgos son contundentes: a medida que el Sol se vuelva más brillante, provocará la ruptura de las moléculas de dióxido de carbono (CO₂), lo que hará imposible la fotosíntesis. Sin este proceso, las plantas no podrán producir oxígeno, y sin oxígeno, la vida tal como la conocemos desaparecerá. “La disminución del CO₂ hará imposible la fotosíntesis, y sin fotosíntesis, el oxígeno dejará de generarse”, explicó Ozaki en la revista Nature Geoscience.

Aunque el colapso total se proyecta para dentro de mil millones de años, los primeros indicios podrían comenzar a notarse en apenas 10.000 años, según las simulaciones. A partir de entonces, comenzará un proceso paulatino de desertificación y extinción. Reinhard lo resumió así: “Sin plantas, no habrá oxígeno disponible para animales o humanos”. La Tierra regresará a un estado similar al que tenía hace más de dos mil millones de años, cuando solo existían microorganismos primitivos y el ambiente era hostil para cualquier forma de vida compleja.

La pérdida de oxígeno atmosférico también conllevará la desaparición de la capa de ozono, que depende de su presencia. Sin esa protección, la superficie terrestre quedará expuesta a niveles letales de radiación ultravioleta. Solo algunas formas de vida anaeróbica —organismos que no necesitan oxígeno para sobrevivir— podrían adaptarse a las nuevas condiciones. Además, se prevé un aumento en las concentraciones de metano (CH₄), un potente gas de efecto invernadero, que agravará la toxicidad del aire y acelerará el deterioro de la atmósfera.

“Esta realidad nos recuerda que incluso los elementos más básicos de nuestra existencia son transitorios”, advirtieron los autores del estudio. Más allá de sus implicaciones futuras, los hallazgos tienen repercusiones inmediatas en campos como la astrobiología y la búsqueda de vida en otros planetas. Según Reinhard, el modelo desarrollado “ofrece una nueva perspectiva sobre los ciclos de vida de los planetas habitables”, y obliga a reconsiderar los criterios con los que se evalúa la habitabilidad de mundos más allá del sistema solar.

Entérese de más: El centro de la Tierra desde 2010 está en desaceleración en relación con la superficie del planeta

En paralelo, la Nasa y otras agencias espaciales continúan monitoreando la evolución estelar con instrumentos como el telescopio James Webb, observando estrellas en distintas fases para entender mejor el destino de nuestro propio Sol, cuya expansión en forma de gigante roja dentro de unos cinco mil millones de años acabará por consumir a Mercurio, Venus y posiblemente a la Tierra. La buena noticia, por ahora, es que el planeta aún tiene un largo futuro por delante. La mala, que su habitabilidad —como todo en el universo— tiene fecha de expiración.

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