Han pasado seis meses desde el controvertido“tarimazo” que realizó el gobierno de Gustavo Petro en el sector de La Alpujarra, en Medellín, evento que tuvo como invitados y en tarima a cabecillas de bandas del Valle de Aburrá recluidos en la cárcel de máxima seguridad de Itagüí. Este hecho dejó mal parado no solo al presidente, sino también a la senadora del Pacto Histórico, Isabel Zuleta, por ser la promotora de dicha actividad.
Desde entonces, ha surgido una serie de denuncias contra Petro por su presunta participación indebida en política, así como por la utilización de recursos públicos con fines proselitistas. A esto se suma la fuga de Darío Arcadio Zapata Mazo, conocido con los alias de El Zorro o El Flaco, un peligroso cabecilla de las disidencias de las Farc que había sido capturado en Valdivia y condenado a más de 30 años de prisión por secuestro extorsivo, desaparición forzada, extorsión y concierto para delinquir.
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Un artículo de Semana reveló que esta cárcel se ha convertido en una especie de “resort” para algunos presos, entre ellos Douglas y alias Carlos Pesebre, así como otros capos de la Oficina de Envigado, los mismos que compartieron escenario con el jefe de Estado en el llamado “tarimazo”.
Algunas fuentes revelaron al medio citado que “eso (la cárcel de Itagüí) parece un hotel. Hay tres personas que son las que controlan. Ellos deciden si se mueve de celda a un interno o no, ya sea por indisciplina o porque quieran quitarle la celda”. También contarían con lo que se consideran lujos dentro de sus celdas, las cuales estarían enchapadas y dotadas con sanitario nuevo, televisor, puertas de madera, consolas PlayStation y hasta ollas air fryer para preparar sus almuerzos.
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