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En video | ¿Cómo terminó una anaconda merodeando el Magdalena Medio antioqueño?

La serpiente solo pudo llegar allí víctima del tráfico de especies o por la translocación de fauna sin medir los impactos. Autoridades tratan de constatar si no hay más anacondas en la zona.

  • Esta es la anaconda que apareció entre Puerto Nare y Puerto Triunfo. FOTO: TOMADO DE VIDEO PUERTO NARE ES NOTICIA
    Esta es la anaconda que apareció entre Puerto Nare y Puerto Triunfo. FOTO: TOMADO DE VIDEO PUERTO NARE ES NOTICIA
hace 2 horas
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¡Qué problemita! En el Magdalena Medio, que ya tienen suficiente con los hipopótamos, ahora les toca ponerse en alerta por la presencia de una anaconda (Eunectes murinus), una especie que bajo ninguna circunstancia tendría que estar allá, pero que fue avistada en los últimos días por decenas de campesinos que entregaron los preocupantes reportes a Cornare.

Tan impactantes fueron los videos que lo primero que tuvo que hacer con su equipo David Echeverri, jefe de la Oficina de Gestión de la Biodiversidad, Áreas Protegidas y Servicios Ecosistémicos de Cornare, fue sentarse a analizar en detalle si se trataba de imágenes reales, y luego corroborar si, efectivamente, estaban viendo una anaconda y, finalmente, identificar con fuentes humanas su posible ubicación que arrojó la serpiente se está moviendo entre Puerto Nare y Puerto Triunfo.

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¿Pero cómo terminó una serpiente de la especie más grande e imponente de la familia de las boas reptando en el Magdalena Medio? Porque lo primero que hay que aclarar es que aunque la anaconda es nativa de Colombia, su distribución en el país está limitada a dos regiones: la Orinoquía y la Amazonía, allí es normal encontrarlas desde poco más de 25 kilos y unos tres metros, hasta los 200 kilos o más, de individuos que miden más de 6 metros. En ambas regiones son usuales escenas de vaqueros, campesinos e indígenas topándose con enormes anacondas y armando cuadrillas para cargarlas y ubicarlas en zonas menos riesgosas, tanto para ellas como para la comunidad. Aunque temida, en ambas regiones la anaconda es una especie profundamente respetada que está metida en el corazón de las tradiciones culturales y ancestrales. Pero una anaconda en cualquier otra región que no sea allí es sinónimo de anomalías.

Por eso, para Echeverri, solo hay dos posibilidades: o fue víctima de tráfico ilegal, es decir, alguien la extrajo de su hábitat en alguna zona de la Orinoquía y la Amazonía y por alguna contingencia de los traficantes terminó escabulléndose en el Magdalena Medio; o a alguien simplemente le pareció buena idea translocarla, es decir, la extrajo de su hábitat pero no con fines de tráfico sino simplemente “introducirla” al Magdalena Medio. Lo cierto, recalca, el biólogo y directivo de Cornare, no hay posibilidad de la serpiente por sus propios medios hubiese pasado de una cuenca a otra. Lo que también es cierto es que las personas responsables de que el animal terminara allí son insensatos que no tienen ni la remota idea del daño que causan.

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El caso es que, una vez en el Magdalena Medio, aunque no es su hábitat natural, la anaconda puede prosperar fácilmente, según señaló David. Tiene a su disposición un clima cálido y bastante húmedo, toda una red de humedales, pantanos y praderas inundables alrededor del río Magdalena, buena disponibilidad de alimento con pequeños mamíferos, peces, anfibios y otros reptiles, así como huevos de varias especies y escondites por doquier. Si es solo una, según Echeverri, su presencia causaría impactos pero no masivos. La anaconda podría encontrar en la zona depredadores como el jaguar y caimanes, incluso el propio ser humano en medio de su miedo y desespero. Pero si hay más de una, si pudiese existir riesgo de reproducción de anacondas en la región, entonces la zona enfrenta un problema mucho más serio, como un posible desequilibrio en depredación, y sobre todo por posibles riesgos de la población y fincas productivas con ganado suelto.

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El otro problema es hacerle monitoreo. El jefe de Biodiversidad y Bosques de Cornare señala que un punto a su favor es que gracias a la red de monitoreo comunitario que han fortalecido durante años con los campesinos de la región para poder rastrear la presencia e impactos de los hipopótamos han logrado crear una especie de sistema de información que se alimenta en tiempo real con testimonios, imágenes y otra información valiosa que luego emplean los equipos de biólogos y veterinarios de Cornare. Tener muchos ojos sobre la cuenca del Magdalena Medio es bueno en estos casos, porque salir a buscarla y capturarla, según David, es prácticamente imposible. “Es como salir a cazar un grillo en la noche”. El asunto en el Magdalena Medio es que es una región de más de 33.000 kilómetros cuadrados, solo en Antioquia su extensión llega casi a los 4.800 kilómetros cuadrados y tiene un entuerto jurisdiccional tan grande como su territorio. Seis autoridades ambientales tienen injerencia en la región, en Antioquia tienen jurisdicción dos: Cornare y Corantioquia. Pero la fauna no conoce de divisiones administrativas ni burocracia, se mueven libremente, por lo que esta anaconda puede amanecer en Puerto Triunfo, territorio bajo competencia de Cornare, y pasar al día siguiente a Puerto Nare, donde opera Corantioquia. Eso hace difícil mucho del trabajo ambiental que se adelanta en la región, pero particularmente en casos en lo que se requiere monitorear, encontrar y eventualmente capturar y reubicar una especie de estas que es ajena a la región. Lo viven desde hace años con los hipopótamos que se movilizan por toda la cuenca.

La anaconda tiene un movimiento leve de día, pero en la noche se mueve a sus anchas para cazar y encontrar zonas tranquilas. Ahora el equipo de David se prepara para ir a la zona a buscarla mientras estudian los eventuales impactos que podría causar y encontrar la estrategia para mantenerla a salvo y también a los habitantes la zona. Y, eso sí, a rezar –apunta David– para que solo sea una anaconda.

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