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‘El Costeño’ fue capturado: ¿quién le ordenó atentar contra Miguel Uribe?

El delincuente era el más buscado del país por ser señalado como el presunto coordinador del crimen.

  • ‘El Costeño’ fue capturado en el mismo barrio donde vivía el joven que disparó contra el senador. En aquel lugar de Engativá, el capturado habría reclutado al menor. Las autoridades esperan que de información sobre quién ordenó el atentado. FOTO Cortesía de la Policía.
    ‘El Costeño’ fue capturado en el mismo barrio donde vivía el joven que disparó contra el senador. En aquel lugar de Engativá, el capturado habría reclutado al menor. Las autoridades esperan que de información sobre quién ordenó el atentado. FOTO Cortesía de la Policía.

Hace casi exactamente un mes, el país se conmocionó tras escuchar una trágica noticia: le habían disparado al precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay mientras daba un discurso en la localidad de Modelia, en Bogotá. En medio del caos, los gritos y el dolor que causó la situación, dos preguntas quedaban en el aire: ¿quién fue? ¿por qué? Las respuestas llegaron más rápido de lo esperado, puesto que Juan Sebastián Rodríguez, el joven de quince años que apretó el gatillo, fue capturado rápidamente en el mismo sitio. En el suelo, rodeado de seguridad, aseguró: “Déjenme darles los números. Yo les doy los números (...) Fue el man de la olla”. Aquel hombre al que se refería se trataba de Elder José Arteaga Hernández, alias ‘El Costeño’.

Aunque desde el primer momento fue referenciado por Rodríguez y su presencia en el crimen quedó registrada en las cámaras de seguridad que lo mostraron caminando detrás del sicario, la captura de ‘El Costeño’ es la última de las cinco que se han efectuado en el marco de la investigación sobre el atentado.

Arteaga fue sorprendido por las autoridades mientras dormía, no tuvo tiempo de escapar. Paradójicamente, parece que nunca lo intentó: se escondía en una casa que queda ubicada en el mismo barrio donde vivía el menor que disparó. EL COLOMBIANO fue a aquel sitio: queda en Engativá, una de las localidades más grandes de la capital, y es como cualquier barrio clase media.

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La casa del ‘niño sicario’, apodo que se popularizó para hablar de Rodríguez, queda al final del barrio. Al lado izquierdo está la ribera de un humedal por el que pasa un río y al lado derecho una vía principal, una cancha de fútbol de césped sintético y el principal mercado de verduras del lugar. Hay farmacias, ferreterías, carnicerías, monta llantas, y vendedores ambulantes que se acercan a un colegio público. Frente al bloque de conjuntos hay un parque con el pasto crecido, una cancha de fútbol y un parque con pasamanos y rodaderos.

Allí, en el lugar que se pensó para que la comunidad pudiera jugar, reír y compartir, se encontraba la olla donde Rodríguez fue reclutado por un hombre que se aprovechó de su vulnerabilidad. “Aquí viene el jefe a vender hidromorfona, éxtasis, de todo. Pero no le puedo decir así tan así porque es peligroso. Vende hidromorfona sobre todo y otras drogas pesadas. Ahí atrás hay una casa de latas en donde las procesan. Al man le dicen Copper pero es un visaje”, le dijo una fuente anónima a este diario.

Rodríguez, conocido como ‘el niño sicario’, no fue la primera vida joven cegada por el microtráfico y la violencia del sector. En aquel barrio, EL COLOMBIANO fue testigo de como un hombre se inyectaba algo en el brazo, presuntamente heroína, mientras se sentaba en una de las colinas del parque. Minutos después, dos jóvenes se sentaron en una de las sillas a fumar mariguana. “Por allá por el lado del caño hay una olla. Usted se va derecho, hay un puente de latas, pasan y ahí está la plazoleta. Yo tuve una hija que cayó ahí y se murió después en un accidente de tránsito. Ella se volvió drogadicta y vivía ahí”, dijo una de las habitantes del sector.

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Varias fuentes consultadas por este diario aseguraron que reconocían a Rodríguez: recordaban la particularidad de su cabello, que caía en forma de uve sobre su espalda, con una larga cola. Pero, ¿quién es José Arteaga Hernández?

Él es ‘El Costeño’

A pocos kilómetros de aquella olla en Engativá se encuentra El Muelle y Villas del Dorado, dos barrios cercanos al aeropuerto de Bogotá. En el último mencionado, Arteaga tenía una barbería donde, además de cortar el cabello, realizaba negocios relacionados con el microtráfico: se llamaba Capital Barbershop. Uno de sus clientes accedió a hablar con EL COLOMBIANO sobre lo que pasaba en aquel establecimiento.

“En la pandemia él era el dueño de eso. Como mucha gente salía a caminar por todo el barrio. Todo el mundo está asombrado porque lo conocíamos. Ojalá lo cojan rápido. Yo una vez estaba ahí peluquéandome y estábamos como cuatro o cinco turnos porque eran buenos barberos. Estábamos sentados, llegaron unas motos, pasaron unos paquetes y el Chipi y otro peluquero se metieron por allá. Salieron con la nariz soplada y cuando yo vi eso me paré y me fui. Ayer cuando mostraron la foto, todos estábamos muy sorprendidos. Allá en el barrio en El Muelle y Villas de El Dorado todo el mundo lo conocía como Chipi, no como costeño. Él es de Urabá. No era amigo mío, ni tomaba conmigo ni nada. Me cortó el cabello una sola vez pero había varios barberos que peluqueaban bastante. Yo tengo en el celular algunos de los barberos que trabajaron con él y les envié la foto”, explicó la fuente bajo reserva.

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A pesar de eso, vecinos del sector se sorprendieron al reconocerlo en las noticias y carteles que anunciaban su búsqueda. “Yo trabajé con él hace unos años en la barbería y cuando vi la foto no lo podía creer. Él era el dueño pero no se la pasaba ahí. Él llegaba, hacía unos cortes y se iba. Por las noches la esposa era la que nos cobraba los cortes. Me parecía imposible de creer”, le dijo otra fuente a EL COLOMBIANO.

Según Carlos Fernando Triana Beltrán, director de la Policía Nacional, ‘El costeño´ ya tenía antecedentes criminales tras presentar violencia intrafamiliar, desplazamiento forzado, extorsión, lesiones personales, entre otros. El general también aseguró que este hombre llevaba “20 años en el crimen en el bajo mundo”. Por el momento, su captura podría ser la más importante: no solo es señalado de coordinar el atentado, sino que se espera que se pueda llegar al autor original que pagó para asesinar a Uribe Turbay. Y si es cierto o no que existen pistas sobre un poderoso criminal en Ecuador.

Arteaga se enfrentaría a cargos por los delitos de homicidio en grado de tentativa, fabricación, tráfico, porte o tenencia de armas de fuego, accesorios, partes o municiones; y uso de menores de edad para la comisión de delitos. En cuanto a la recompensa que las autoridades ofrecían por su captura, el director de la Policía aseguró: “Hubo unas llamadas. Quiero agradecerle infinitamente a todos los ciudadanos, a partir de todos los elementos de información que nos transmiten por los diferentes medios. Sí, hubo unas llamadas. Todo esto lo estamos valorando para darle cumplimiento al ofrecimiento de hasta 300 millones de pesos”.

Los demás imputados por el caso Miguel Uribe

A falta de la imputación contra Arteaga, el proceso de investigación avanzó en tiempo récord. Además de él, hay cuatro capturados por el crimen: ninguno de ellos aceptó cargos. Por un lado está William Fernando Cruz González, alias ‘El Hermano’, señalado de esperar a los responsables del atentado en un auto en el sector de Hayuelos. Antes de su captura por el caso de Miguel Uribe, estuvo recluido en la cárcel La Modelo de Bogotá tras ser condenado por porte ilegal de armas y hurto calificado y agravado. Además, registra antecedentes por lesiones personales culposas.

Por otro lado está Katerine Andrea Martínez Martínez, alias ‘Gabriela’. Con solo 19 años, la joven se enfrenta a una larga condena, aunque parece no importarle. Martínez fue señalada de haberle entregado el arma a Rodríguez y de estar presente en la planeación del atentado. Estuvo con ‘El Costeño’ recorriendo la zona (según muestran las cámaras de seguridad del barrio) y estuvo esperando en el auto gris que tenían para emprender la huida. Por lo tanto, un juez penal de control de garantías le imputó los delitos de homicidio agravado en grado de tentativa; fabricación, tráfico, porte o tenencia de armas de fuego, accesorios, partes o municiones, y uso de menores de edad para la comisión de un delito.

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Su actitud en el proceso ha sido ampliamente temida y cuestionada, puesto que muestra una frialdad sin límites. Y es que mientras la jueza argumentaba que, dada la conducta, Martínez podría enfrentar hasta 29 años de prisión... la joven simplemente sonrió. “Queda en evidencia la frialdad que el joven sicario y la joven Katerine han tenido en el desarrollo de las diligencias”, digo la togada. Y añadió: “A ella se le ve tranquila cuando se baja del vehículo en Modelia, parece que fuera a una cita con la felicidad a pesar de que puede estar detrás de esto una organización criminal grande. Se denota el alto desprecio por la vida”.

Aunque asegura que lo hizo debido a amenazas y que estaba allí “de pantalla”, Martínez ya contaba con un amplio historial delictivo, puesto que también se dedicaría, al parecer, al expendio de drogas sintéticas como el tusi. Al momento de su captura, Martínez estaba escondida en Caquetá, y se había cambiado el color del cabello para intentar no ser reconocida.

Otro de los capturados es Carlos Eduardo Mora González, quien es señalado por la Fiscalía de conducir uno de los vehículos usados para el crimen: específicamente, el Chevrolet Spark gris. Sus acciones fueron parte clave del atentado, puesto que él habría llevado a los implicados a hacer “reconocimiento de la zona”. También fue el encargado de facilitar el cambio de prendas del menor para ocultar su identidad y facilitar su fuga tras el atentado. Además, es señalado de estar presente en el auto cuando alias Gabriela le entregó el arma al menor de edad.

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Por último, aunque no menos importante, Juan Sebastián Rodríguez, el ‘niño sicario’, también se encuentra en el poder de las autoridades. Por el momento, él y su familia hacen parte de protección a testigos, y su historia ha generado debate.

Su madre murió, y su padre (un militar retirado) se fue a Ucrania a pelear en la guerra. Al enterarse de que su hijo participó en un atentado, simplemente aseguró que no quería saber nada al respecto y dejó de contestar llamadas. Aquel vacío dejó un espacio para que personas como ‘El Costeño’ entraran a la vida del joven, a darle una tarea fatal. Y si bien aquello no excusa sus actos, si puso sobre la mesa la necesidad de preguntarse: ¿quién cuida a los menores y los aleja de las garras del crimen?

Las investigaciones no paran. Mientras tanto, Miguel Uribe sigue luchando por su vida en la clínica Fundación Santa Fe. Aunque su estado es grave, los médicos y su familia aseguran que su lucha, en sí misma, es un milagro.

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