Parecía que le iba a dar un infarto. Cada vez que Junior llegaba al arco del Tolima en la final de vuelta de la Liga, pero no consolidaba el ataque con un gol, el entrenador uruguayo Alfredo Arias brincaba como loco, con desespero, para reclamarle a sus dirigidos por desechar la oportunidad de asegurar el título.
Ocurrió durante los primeros 17 minutos del partidos disputado en Ibagué. Junior soportó, con una mezcla entre orden defensivo y algo de “suerte”, la arremetida despiadada del ataque tolimense en los primeros instantes del encuentro. Los pijaos, dirigidos por Lucas González, salieron con la intención de anotar lo más rápido posible para intentar remontar el 0-3 en contra con el que llegaron de la ida en Barranquilla.
Sin embargo, la épica no se consolidó. Aunque Tolima lo intentó desde el primer minuto, sus delanteros no tuvieron eficacia: llegaban con claridad al área y erraban al contacto con la pelota. Cuando pateaban con precisión al arco, se encontraban con el arquero Silveira bien parado, o el balón se estrellaba en el palo.
Junior, por su parte, necesitó un par de transiciones para que José Enamorado, ese joven menudito, bajito (1,68 metros de estatura), de velocidad imparable y final impecable, marcara, después de picarle la pelota a Fiermarin, el cuarto tanto de la serie en favor de los atlanticenses, con el que consolidaron la consecución de su décimo primera estrella.
¿Cuántas finales había dirigido Alfredo Arias en Colombia?
Enamorado celebró agradeciendo a Dios en una esquina del estadio. Se arriesgó a que le tiraran botellas desde las tribunas. Después, sus compañeros lo abrazaron. Todos se arrodillaron. Estaban felices. Sin embargo, no había nadie más contento en el Manuel Murillo Toro que el técnico Alfredo Arias.
El uruguayo, de 67 años, consiguió algo que le parecía imposible: conquistó la tierra prometida después de varios intentos frustrados, como le pasó a Moisés con su pueblo cuando salieron de Egipto.
Arias había dirigido tres equipos en Colombia: Deportivo Cali, Independiente Santa Fe y el DIM. Del cuadro caleño salió sin ser campeón, pero sembró el camino que llevó a que Rafael Dudamel levantara el título en diciembre de 2021.
Del equipo bogotano salió, después de una buena campaña, antes de disputar las finales. Del cuadro paisa se fue en agosto de 2024 después de perder, contra Junior de Barranquilla, la final del Clausura del 2023. Eso fue un golpe emocional fuerte.
Arias se fue del país. Regresó a finales de ese año para dirigir al Cali. No le fue bien. Renunció. Los Char le confiaron el proyecto de intentar sacar campeón a su equipo con una plantilla llena de buenos futbolistas, pero sin grandes nombres como en otros momentos.
Lo logró. Por eso lloró de alegría cuando el juez Andrés Rojas pitó el final del partido en Ibagué. Esta vez no se mostró eufórico, cual si el corazón se le fuera a salir, como se vio al inicio del encuentro, cuando sus jugadores no concretaban las opciones que tenían.
Ahora se vio tranquilo, conmovido. Sabía que había logrado algo que anhelaba desde varios años atrás. Con su victoria ante los tolimenses, Junior no solo llegó a 11 estrellas en el fútbol colombiano, sino que consiguió cupo a la fase de grupos de la Copa Libertadores del próximo año (por lo que le entrarán 3 millones de dólares).
Además, dejó sin cupo a ese torneo a Atlético Nacional, que esperaba una victoria de Tolima para acceder a “La Gloria Eterna” vía reclasificación. Los verdolagas disputarán la Sudamericana en 2026.