El expresidente brasileño Jair Bolsonaro amaneció este viernes con una tobillera electrónica impuesta por orden del Supremo Tribunal Federal (STF), que considera que existe un “creciente riesgo de fuga” mientras avanza el juicio en su contra por un presunto intento de golpe de Estado.
La Policía Federal allanó su residencia en Brasilia en la mañana y lo trasladó a una comisaría para colocarle el dispositivo, además de imponerle restricciones de movilidad y comunicación.
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Medidas cautelares por riesgo de fuga
Además de la tobillera, Bolsonaro deberá permanecer en su casa desde las 7:00 p.m. hasta las 7:00 a.m., incluyendo fines de semana. No podrá comunicarse con su hijo Eduardo Bolsonaro ni con embajadores o diplomáticos. Según la Corte, hay pruebas de que el expresidente obstaculizó el proceso judicial y coordinó acciones con aliados en el extranjero para desacreditar a las instituciones brasileñas.
Durante el registro en su casa, las autoridades hallaron 14.000 dólares y 8.000 reales en efectivo, así como un pendrive escondido en el baño, cuyo contenido está siendo analizado. También encontraron una copia de la demanda que la plataforma de videos Rumble presentó contra el juez Alexandre de Moraes en tribunales estadounidenses, acusándolo de censura.
El apoyo desde EE. UU.
La operación ocurre en medio de una nueva disputa diplomática impulsada por el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien esta semana envió una carta pública exigiendo que se “detenga de inmediato” el juicio contra Bolsonaro. Trump también amenazó con imponer aranceles del 50% a las importaciones brasileñas.
El exmandatario se enfrenta a más 40 años de cárcel
Bolsonaro enfrenta cargos por presuntamente liderar una conspiración golpista para impedir la posesión de Luiz Inácio Lula da Silva, quien ganó las elecciones presidenciales en 2022. La Fiscalía ya pidió una condena por coacción, obstrucción a la justicia y ataque a la soberanía nacional, delitos que podrían sumar más de 40 años de prisión. La sentencia definitiva podría conocerse entre septiembre y octubre, según fuentes del STF citadas por el diario O Globo.
A la salida de la comisaría, Bolsonaro dijo a la prensa que la medida es una “suprema humillación” y negó estar planeando una fuga. Sin embargo, su paso reciente por la embajada de Hungría, en febrero de 2023, y el envío de dinero a su hijo en Estados Unidos han alimentado las sospechas judiciales.
La presión judicial y política se intensifica. Mientras el expresidente brasileño insiste en que es víctima de una persecución, el país enfrenta un inédito pulso entre poderes que trasciende sus fronteras y amenaza con convertirse en una crisis internacional.