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¿Se imagina la vida sin carros? Así pasa en isla de EE.UU. que los tiene prohibidos

Este lugar tiene excluidos los automóviles de sus calles desde principios del siglo XX. La gente que vive allí o que va de paseo se moviliza a caballo, en bicicleta o a pie.

  • La isla está ubicada enfrente de la costa del estado de Michigan, en donde queda la considerada “ciudad del motor”. FOTO GETTY
    La isla está ubicada enfrente de la costa del estado de Michigan, en donde queda la considerada “ciudad del motor”. FOTO GETTY
hace 9 horas
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Mackinac, una pequeña isla en el estado de Michigan, parece un portal de viajes en el tiempo por el que se puede ir al pasado. Allí la vida se aleja de la frenética vida urbana, pues ofrece un entorno sereno y casi paradisíaco. Lo particular de esta isla, que mide 3,8 kilómetros cuadrados, es su tradición de no permitir el uso de vehículos motorizados. Desde principios del siglo XX, los coches han sido excluidos de sus calles y, en lugar de automóviles, la vida allí gira en torno a los caballos, bicicletas y caminatas.

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Desde entonces, la falta de vehículos ha ayudado a preservar el encanto de la isla. Los residentes, que son unos 600, se han adaptado a esta forma de vida. De hecho, el uso de caballos es una tradición tan arraigada que servicios como la recolección de basura o las entregas de paquetería se realizan con estos animales.

La tradición de evitar los coches comenzó en 1898, cuando un automóvil asustó a un grupo de caballos. Este incidente llevó a las autoridades a prohibir los motores de combustión interna, una medida que se extendió rápidamente a toda la comunidad. Y fue tal el arraigo que generó esa medida, que más de un siglo después, sigue vigente y es una de las principales características de la isla.

Mackinac no solo es un viaje al pasado y a la tranquilidad, sino también un lugar de profunda historia. La isla tiene sus raíces en las culturas indígenas, que la utilizaban como un punto de pesca y caza, debido a su ubicación estratégica entre los lagos Hurón y Michigan.

Lo anterior debido a que los pueblos nativos veían en la isla una figura simbólica y la comparaban con una tortuga gigante que emergía del agua. Esta conexión con la naturaleza y la historia de los pueblos originarios sigue viva hoy, como demuestra el Museo Nativo Americano, que busca preservar y mostrar la herencia cultural de la región.

En el siglo XIX, Mackinac se transformó en un destino de recreo para las familias adineradas de la región. Por ello, el Grand Hotel —inaugurado hace más de 130 años— se convirtió en uno de los principales símbolos de la isla. En ese sentido, a pesar de su estatus de ser uno de los últimos vestigios de la Edad Dorada de los Estados Unidos, los residentes de Mackinac están decididos a no permitir que la isla se convierta en un destino masivo.

El Parque Estatal de Mackinac cubre el 80 % de la isla, lo cual proporciona a los turistas un espacio natural para explorar. Así mismo, tiene más de 110 kilómetros de senderos, en donde se puede andar en bicicleta o montar en un carruaje de caballos para disfrutar de los paisajes, como las formaciones rocosas de piedra caliza o el icónico Arch Rock.

Aunque las bicicletas son una opción popular, son los caballos los que realmente definen la vida cotidiana en la isla. Desde el transporte de cargas hasta el mantenimiento, estos animales desempeñan un papel fundamental. Según Hunter Hoaglund, que trabaja en una empresa de transbordadores que los lleva a este lugar cada temporada, sin ellos, Mackinac perdería su esencia.

El aislamiento de Mackinac durante los meses de invierno también contribuye a la autenticidad del lugar. Los témpanos de hielo que se forman en el estrecho de Mackinac pueden interrumpir los servicios de ferry, lo cual impide que en esa temporada del año lleguen visitantes. Sin embargo, durante la primavera y el verano, este lugar florece y se llena de turistas.

A pesar de la popularidad como destino turístico, los residentes de Mackinac valoran la privacidad y el equilibrio que han logrado mantener a pesar del paso del tiempo. Propietarias de negocios de artesanías y otros sectores aseguran que la vida aquí es algo que no cambiaría por nada, con todo y los duros inviernos que les toca pasar.

Para más noticias sobre Estados Unidos, América Latina y el mundo, visite la sección Internacional de EL COLOMBIANO.

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