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Atención: falleció el expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica a los 89 años tras una larga lucha contra el cáncer

El exmandatario, de 89 años, arrastraba un cáncer de esófago que desde enero se le extendió al hígado. Había dejado de hacerse tratamientos y hace unos días había entrado en la fase terminal de su enfermedad, según dijo su esposa. La izquierda latinoamericana llora a uno de sus líderes más destacados.

  • “Pepe” Mujica iba a cumplir 90 años el próximo 20 de mayo. FOTO: Getty
    “Pepe” Mujica iba a cumplir 90 años el próximo 20 de mayo. FOTO: Getty
12 de mayo de 2025
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“Lo que pido es que me dejen tranquilo”, así quería pasar sus últimos días el expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica. “Que no me pidan más entrevistas ni nada más. Ya terminó mi ciclo. Sinceramente, me estoy muriendo. El guerrero tiene derecho a su descanso”, dijo en la que fue su última declaración a un medio, en enero, cuando habló con el semanario Búsqueda.

En esa entrevista había contado que el cáncer de esófago, que le diagnosticaron un año atrás, se le había extendido al hígado y que no se haría más tratamientos. “No lo paro con nada. ¿Por qué? Porque soy un anciano y porque tengo dos enfermedades crónicas. No me cabe ni un tratamiento bioquímico ni una cirugía porque mi cuerpo no lo aguanta”.

Este lunes, cuatro meses después de ese silencio, de dejarlo tranquilo como pidió, en su humilde casa en el Cerro de Montevideo, su esposa, la también exvicepresidenta Lucía Topolansky, aseguró que su marido estaba en la fase terminal de su enfermedad, recibiendo cuidados paliativos para evitar el dolor y que ella, así como los médicos, estaban haciendo lo necesario para que viviera el último pasaje de su vida “lo mejor posible”.

Este 13 de mayo, Mujica, el hombre que en la década de 1960 se unió la guerrilla tupamara, que luego sufrió tortura en la cárcel y que como presidente de Uruguay (2010-2015) sorprendió al mundo desde un rincón de Sudamérica con sus discursos anticonsumo y su vida austera, murió a siete días de cumplir 90 años (el 20 de mayo).

Fue el presidente uruguayo, Yamandú Orsi, el último delfín de Mujica en las presidenciales de 2024, quien confirmó la noticia de su fallecimiento.

“Con profundo dolor comunicamos que falleció nuestro compañero Pepe Mujica. Presidente, militante, referente y conductor. Te vamos a extrañar mucho Viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y por tu profundo amor por tu pueblo”, escribió el mandatario uruguayo.

La última voluntad de Mujica

El mandatario, que ya estaba resignado a esperar la muerte, “una señora que no nos gusta y que no queremos, pero que inevitablemente va a llegar en algún momento”, como dijo a la BBC, había dejado claro, como última voluntad, cómo quería ser sepultado: sin reconocimiento alguno, lujo ni ostento, al contrario, quería que sus restos no salieran de su casa, que reposaran junto a los de su mascota, Manuela, bajo un árbol que él mismo sembró.

“Yo me voy a morir acá. Ahí afuera hay un sequoia grandote. Está Manuela enterrada ahí. Estoy haciendo los papeles para que ahí también me entierren a mí. Y ya está” contó.

Puede leer: El conmovedor mensaje, en tono de despedida, de José ‘Pepe’ Mujica: “Estoy muy cerca de emprender la retirada de la que no se vuelve”

En medio de su tratamiento contra el cáncer, Mujica fue hospitalizado cuatro veces y cuando salió de la última, en octubre del año pasado, a tan solo unos días de las presidenciales en su país, sintió la necesidad de despedirse de quienes lo eligieron en 2010 como mandatario de la pequeña nación cuya democracia se convirtió en la más estable de Sudamérica. Fue una de sus últimas apariciones en público y conmovió hasta las lágrimas.

“Soy un anciano que está muy cerca de emprender la retirada de la que no se vuelve”, arrancó diciendo frente a una multitud en la Plaza 1 de Mayo en Montevideo, el 19 de octubre de 2024.

Pero soy feliz porque están ustedes, porque cuando mis brazos se vayan habrá miles de brazos sustituyendo la lucha. Y toda mi vida dije que los mejores dirigentes son los que dejan una barra que lo superan con ventaja”, agregó.

“No al odio, no a la confrontación. Hay que trabajar por la esperanza”, invitó, antes de concluir diciendo “tengo que darle gracias a la vida, porque cuando estos brazos se vayan van a haber miles de brazos. Hasta siempre, les doy mi corazón. Y gracias por existir”.

De tupamaro a la presidencia

José Alberto Mujica Cordano nació el 20 de mayo de 1935 en Montevideo y era proveniente de una familia con ascendencia vasca e italiana.

Aunque terminó sus años siendo un reconocido líder, a nivel global, de la izquierda, Mujica dio sus primeros pasos en la política en un partido de centro-derecha: el Partido Nacional, PN, en 1958, mientras estudiaba agronomía. Pero solo militó en él hasta 1962, cuando dio un giro radical en medio de la efervescencia de los movimientos revolucionarios en Latinoamérica influenciados por la revolución cubana de Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara.

Y es en esos días en los que Uruguay ve nacer el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), un grupo armado que se consolidó en la década de 1960. Como tupamaro, Mujica vivió la crueldad de la dictadura cívico-militar.

Tras haber estado un año en prisión y haber protagonizado un escape de película cuando Uruguay aún estaba en democracia, la dictadura lo volvió a encarcelar en 1972 y hasta 1985. Fueron los años más oscuros, 12 años de castigos, vejaciones e indignidad, pero sobre todo, 12 años de silencio, de incomunicación.

La libertad finalmente llegó tras la aprobación de la ley de amnistía de los presos políticos. Fue entonces cuando Mujica abandonó la lucha armada y se acercó a la política. Se volvió diputado en el recién creado Frente Amplio, FA. Años después, en 2005, cuando Tabaré Vázquez fue electo presidente, Mujica fue nombrado ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, cargo que dejó tres años después para dedicarse a su campaña a la Presidencia.

En las elecciones de 2009 triunfó, tras obtener el 52,39 % de los votos en la segunda vuelta. “Un anciano”, como el mismo se trató, tantas veces llegó –y no llegó– a la Presidencia. Lideró un país de manera distinta, que nunca lo vio jactarse de la dignidad que poseía.

Nunca accedió a mudarse al palacio presidencial, se quedó en su casa de tres habitaciones en la ruralidad. Tampoco quiso andar en camionetas o con un gran esquema de seguridad, siempre manejó su escarabajo celeste rumbo al trabajo y de su sueldo, no recibió un peso, todo lo donó. Siempre austero, siempre anticonsumista.

Y sus políticas hicieron un verdadero cambio. Aprobó la despenalización del aborto, el matrimonio igualitario y la legalización de la marihuana, tres temas que, 15 años después de su gobierno, aún siguen generando debate en el continente. Todo esto hizo que se convirtiera, sin buscarlo –porque hasta austero con la popularidad era–, en una de las personalidades más influyentes de Latinoamérica en el tiempo reciente.

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