Todos los días aparecen nuevos indicios y pruebas contundentes que siembran dudas sobre el aparente enriquecimiento difícil de explicar de Miguel Quintero y de su presunta participación en un engranaje corrupto durante el periodo en que su hermano Daniel Quintero fue alcalde de Medellín.
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EL COLOMBIANO había revelado la semana pasada las imágenes en poder de la Fiscalía, en las que aparece el hermano mayor del exmandatario local exhibiendo un reloj Rolex que costaría entre $70 y $200 millones, así como alardeando con un Ferrari que no bajaría de $1.500 millones. El lunes también publicamos fotos de una reunión de este con implicados en procesos legales y disciplinarios por contratación indebida y peculado así como con un abogado que defiende a jefes de la Oficina presos en la cárcel de Itagüí.
En el pasado este medio también había develado información sobre la finca por más de $4.000 millones que este posee, un apartamento, un lote y carros costosos. Todo esta opulencia a pesar de que de este solo se conoce su trayectoria como concejal de Medellín en un periodo y funcionario de segundo nivel durante la administración de Luis Pérez en la Gobernación de Antioquia.
Este martes la emisora La W habló y mostró en su página web los chats comprometedores en los cuales hay un intercambio de información que corroboraría muchas de las sospechas acerca del presunto rol de Miguel Quintero en un tinglado corrupto.
Varios testigos han hablado bajo confidencialidad ante medios de comunicación y ahora ante la Fiscalía sobre la manera como Miguel Quintero mandaba sobre la contratación del Distrito en la administración pasada y cómo era algo así como el dueño de las “franquicias” del Área Metropolitana del Valle de Aburrá (AMVA), Inder, Metroparques y la Empresa de Desarrollo Urbano (EDU).
Los mensajes de WhatsApp que se acaban de conocer darían más claridad sobre estos puntos, como para afirmar que “aparecieron las llaves”.
Un primer capítulo en ellos tiene que ver con la opulencia y la prosperidad repentinas. Ahí hay dos subtemas: el primero tiene que ver con la construcción de su finca y se evidencia en un cruce de mensajes con Álvaro Villada, quien ocupó el cargo de subdirector financiero del AMVA y muchos señalan como ficha suya allí. Sería de febrero de 2020, apenas un mes después del ascenso de su hermano al poder local.
Ahí, según La W, hay una foto del local que después abrió con el nombre de restaurante Capital Antioqueña, en el barrio Laureles. Quintero le habla a su interlocutor de los avances.
“Vea pues, el restaurante cómo va marica, ahí están bajando ya una ventana, una de las ventanitas que se están organizando adentro, ehhhh, está quedando muy bacano”, le dice Miguel.
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Y quien sería Villada responde: “Miguel Andrés, ese estilo me encanta, le distes en el clavo a la decoración, ese es el estilo que manda la parada. Lo felicito, tenés muy buen gusto o quien te asesoró, que no fui yo, te dio la idea puntual de lo que a la gente le gusta ahora en día, una cosa contemporánea pero clásica al mismo tiempo, ¿listo? un abrazo. Recuerde, diversión y alegría es nuestro... ¿cómo es jorge?”.
Es pertinente recordar que en la foto de la reunión publicada por EL COLOMBIANO aparece Jorge Enrique Liévano, otra presunta ficha de Miguel Quintero como gerente de Metroparques.
También, que como propietaria de Capital Antioqueña y según publicó este medio de comunicación en otro informe, ha figurado Alejandra Santamaría, la pareja de Juan Alexander Pino, otro personaje cuestionado.
Juan Pino ha sido accionista mayoritario de JPino y en un proceso por presunta corrupción en contratos de Metroparques aparece como imputado; es más, a mediados del año pasado le aplicaron extinción de dominio por bienes con valor de unos $3.000 millones, entre los cuales había una moto BMW, un jeep Wrangler de ensueño y un restaurante. Pero además, Miguel Quintero aparecía frecuentemente en redes sociales promocionando el establecimiento.
Otro aparte del mismo capítulo serían los chats del 23 noviembre de 2020, en poder de las autoridades, en que Miguel Quintero detalla cómo van las obras de su finca en la parcelación Santana I, ubicada entre Girardota y Copacabana, y que valdría más de $4.000 millones.
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Miguel le dice a su interlocutor que tenía proyectado un presupuesto de $80 millones para la piscina pero ya iba en 160 millones, y que las obras de paisajismo le valieron 30 millones cuando estaban cotizadas en $20 millones.
La cereza en ese primer apartado la constituyen la foto y los mensajes en los que Quintero le muestra con orgullo a Liévano su nueva adquisición, la camioneta Toyota Prado, que le costó, según le dijo, $260 millones más un blindaje por $80 millones.
En un segundo capítulo se demostraría la mano de Miguel Quintero en temas de contratación, en especial en el Área Metropolitana. Hay un cruce de mensajes en los que el mayor de los Quintero menciona que no aprobaron el ingreso de “esta niña Elizabeth” “por otra persona” y se trataría de Elizabeth Quintero, quien habría sido contratista.
Y en otro texto, su interlocutor le dice: “Hablale a JD. Que le de linea y nos deje montar el comité de contratación paralelo con abogados contratistas como lo habíamos propuesto (SIC)”.
En ese momento el director del AMVA era Juan David Palacio reconocido por conocidos y personas allegadas al Área como ficha de Miguel Quintero porque integró su unidad de apoyo en el Concejo años atrás cuando era todavía muy joven.
El comité, según el expediente, finalmente sí se habría conformado con Miguel Quintero, Liévano, Villada; la exlíder de logística Laura María Mejía, y el gerente de entonces en la EDU, Wilder Echavarría.
Hasta ahora, Miguel Quintero no ha salido a dar explicaciones en los medios de comunicación. Su hermano, el exalcalde, fue quien la semana pasada, cuando EL COLOMBIANO lo mostró con el Rolex y el Ferrari salió a defenderlo diciendo que el primero era un reloj “chiviado” y que la estampa con el carro era producto de un “vicio de montañero que tenía de tomarse fotos cada vez que le mostraban un carro bonito”. ¿Podrá evadir también las explicaciones a la Fiscalía?