La adhesión de Colombia a la Ruta de la Seda ya comienza a tener repercusiones. Este jueves, la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental, encargada de implementar la política exterior estadounidense, anunció que “se opondrá enérgicamente a proyectos recientes y próximos desembolsos” por parte de instituciones financieras multilaterales, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para proyectos chinos que se hagan en territorio colombiano.
La medida también se extenderá a otros países de la región con proyectos vinculados a la Ruta de la Seda.
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“Estos proyectos ponen en peligro la seguridad de la región. Los dólares de los contribuyentes norteamericanos no deben utilizarse de ninguna manera por organizaciones internacionales para subsidiar empresas chinas en nuestro hemisferio”, indicó la entidad americana.
Ruta de la Seda, ¿no era el momento?
Fue el pasado 13 de mayo cuando Colombia firmó su entrada a la Ruta de la Seda de China, un acuerdo que buscaría mayores oportunidades de inversión, cooperación tecnológica y desarrollo sostenible para ambos países.
Esta es la principal estrategia de política exterior del gigante asiático, cuyo objetivo general es ampliar y fortalecer las exportaciones chinas hacia mercados distantes. No obstante, ya se anticipaba que esta decisión tendría repercusiones para Colombia en su relación con Estados Unidos, considerando la histórica rivalidad entre ambas potencias.
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Durante el XIV Congreso Internacional de Supply Chain y Logística, que se celebra en Cartagena, Javier Díaz, presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex), comentó que si bien este acuerdo no es vinculante, es decir, no genera como tal compromisos para Colombia, este no era el momento oportuno para firmarlo, teniendo en cuenta la guerra comercial que vive el mundo actualmente por la política arancelaria de Donald Trump.
“Este no es el momento para hacer ese tipo de anuncios. Debimos esperar a que la guerra comercial se calmara. El mensaje ya fue muy claro: el enviado especial del Departamento de Estado de los Estados Unidos para América Latina, Mauricio Claver, dijo que esta adhesión podría ser muy beneficiosa para las rosas ecuatorianas y el café centroamericano (ambos fuertes competidores de Colombia en el mercado estadounidense)”, señaló Díaz.
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Desde la óptica de Rémi Stellian, profesor de la Universidad Javeriana, este anuncio es consistente con la política exterior de EE. UU.: “China sigue siendo considerado una amenaza por parte de Trump. Por ahora, no veo un impacto inmediato. Apenas se acaba de oficializar la participación de Colombia en la nueva Ruta de la Seda y no hay ningún acuerdo concreto, en particular, para proyectos de infraestructura”.
Colombia sigue sin negociar aranceles con EE. UU.
Otro de los temores de que Colombia se haya adherido a la Ruta de la Seda es que aún sigue vigente el arancel del 10% sobre los productos colombianos que se exportan a Estados Unidos, una situación que no muestra avances debido a la falta de negociación entre ambos gobiernos.
Y es que si bien la ministra de Relaciones Exteriores, la canciller Laura Sarabia, aseguró que el Gobierno Nacional quiere “seguir apostándole a conversar con Estados Unidos” y que “aún no se ha dado ninguna comunicación desfavorable desde el país norteamericano”, los exportadores colombianos se mostraron preocupados porque estas negociaciones aún no ha comenzado.
Díaz afirmó que Colombia ni siquiera ha presentado una oferta formal para negociar con el gobierno estadounidense, lo que genera preocupación e incertidumbre en el comercio exterior colombiano.
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“Colombia no ha iniciado la negociación con Estados Unidos porque ni siquiera ha puesto su oferta sobre la mesa, como sí lo han hecho países como Ecuador y Chile. Entonces, lo que nos dicen (el gobierno) es que no han cedido en nada. Pero en una negociación hay que transar, ceder”, manifestó el líder gremial.
Incluir al sector privado
Ahora, sobre la propuesta oficial que Colombia debería presentar, el presidente de Analdex enfatizó en la importancia de incorporar al sector privado desde el inicio, argumentando que es el actor que mejor comprende la realidad del aparato productivo nacional.
“Creo que la experiencia en el pasado alrededor de la negociación de acuerdos comerciales ha sido que se ha contado con la opinión del sector privado. Si bien quien se sienta en la mesa a negociar es el Gobierno, siempre se ha tenido en cuenta la opinión de los empresarios y esperamos que esta no sea la excepción”, puntualizó Díaz.
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De esta manera, los exportadores difieren de la postura de la ministra (e) de Comercio, Cielo Rusinque, quien aseguró semanas atrás que la participación del sector privado en las negociaciones con Estados Unidos en materia arancelaria no era necesaria.