No es un secreto que el Gobierno de Gustavo Petro ha sido blanco de constantes críticas frente al manejo de las finanzas estatales. Y es que el Ejecutivo es acreedor de un hueco fiscal nunca antes visto, de una ejecución presupuestal que se ubica por debajo del promedio histórico y de un incremento de los gastos (excluyendo el pago de intereses de deuda), que equivalen al monto de dos reformas tributarias.
El propio Ministerio de Hacienda reconoce que hay un desequilibrio estructural de las finanzas públicas. Este año se proyecta un déficit de 130 billones de pesos, superior al 7,4% del Producto Interno Bruto, similar al de pandemia.
La cuestión es que ahora el gobierno insiste en la presentación de una nueva reforma tributaria para recaudar 26,3 billones y equilibrar las finanzas del Presupuesto General de la Nación en 2026 que se presentó por $556,9 billones.
La crítica de algunos analistas se centra en que el Gobierno no ha querido moderar el gasto, mientras que la ejecución sigue siendo pobre, por lo que no tendría sentido buscar mayores ingresos, si no se apela a la austeridad y buena ejecución.
De hecho, según cálculos del Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana, en el primer semestre de este año la ejecución del presupuesto estatal fue de 37,2%, mejoró, pero sigue por debajo del promedio histórico del 38,1%.
El gasto con Petro subió lo de dos reformas tributarias
El ministro de Hacienda, Germán Ávila, defiende que no hay un gasto desbordado. La justificación de su premisa se soporta en que el gasto de este año se ubica por debajo del registrado en 2020 (año de pandemia).
Eso porque según datos de la cartera, los gastos primarios (sin incluir pago de deuda) este año son de 353,1 billones de pesos, mientras en 2020 fueron de 367,2 billones. “Tenemos un nivel de prudente gasto primario”, insistió.
Lo cierto es que el Gobierno sí ha tenido un aumento, pero sin emergencias de pandemia a bordo. Este año ese gasto una subiría 3% frente a los $342,5 billones de 2024. Se trata del monto más alto sin contar pandemia y está lejos de los 286,1 billones de 2019 (prepandemia).
De hecho, sin deuda, se incrementaría 13,2% entre 2022 y 2025. En otras palabras, el Estado incrementaría sus gastos en más de $41,3 millones en ese lapso, algo similar a lo que representan dos reformas tributarias.
Eso no es todo, la situación empeora porque los ingresos tributarios recaudados por la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (Dian), están estimados en 306,8 billones, es decir: el Gobierno no solo aumentó el gasto, sino que los ingresos son inferiores. Una situación que se extendería para el 2026.
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Hay que recordar que en diciembre de 2024 se terminó por hundir la Ley de Financiamiento, por lo que el Ministerio de Hacienda se vio en la obligación de realizar un congelamiento de $12 billones del presupuesto para este año.
No obstante, José Manuel Restrepo, exministro de Hacienda y rector de la EIA, considera que ese ajuste no contribuyó tanto. “El Gobierno no debe hacer anuncios de recortes o congelamientos, sino reducir el presupuesto, pero no lo ha hecho”, señaló.
Para el académico, el déficit se genera por la formulación de un presupuesto excesivo al plantear un crecimiento de los gastos de funcionamiento, mientras se sacrifica la inversión. En otras palabras, la administración de Petro ha subido de manera importante el dinero que se destina a pago de sueldos de funcionarios, pensiones, servicios generales, administración pública y transferencias obligatorias a entidades como salud y educación.
Solo para respaldar la premisa, los gastos de funcionamiento aumentaron 13% este año y la propuesta es que en 2026 vuelvan a crecer 11%; mientras que la inversión cayó en 2025 un -7,3% y para 2026 solo se extendería un 5,7%.
Eso sumado a que el Gobierno tendría mayores costos de deuda a raíz del crecimiento del riesgo país y la incertidumbre local e internacional.
¿Por qué el Gobierno no recorta el gasto?
El pasado 19 de agosto, el ministro de Hacienda justificó que el desequilibrio en las finanzas obedece a un crecimiento sostenido del gasto inflexible por encima de los ingresos que recibe la Nación.
Argumentó que el Ejecutivo tendría que hacer un ajuste del 3,6% del PIB para cumplir con la regla fiscal y equilibrar las finanzas públicas, pero el Gobierno se abstiene de hacer ese recorte porque afectaría en 1,8 puntos porcentuales la tasa de crecimiento económico para el primer año de recorte y un 0,6 puntos en el segundo.
“Los efectos de un ajuste exagerado en la estructura del gasto público tendrían devastadores impactos: se estima que el desempleo crecería 0,8 puntos porcentuales y la inflación en términos similares”, sostuvo Ávila, mientras reafirmaba la necesidad de una reforma tributaria.
Defendió que la prioridad del Gobierno es asegurar el crecimiento económico y, por ende, asegurar el ingreso tributario, que es principal aporte para el presupuesto.
¿De dónde proviene el déficit fiscal según el Ministerio de Hacienda?
El ministro Ávila atribuyó el problema a tres gastos inflexibles. El primero obedece al Fondo de Estabilización de Precios del Combustible, pues desde 2022 se han pagado $79,6 billones (4,39% del PIB). “Esta es una de las causas fundamentales del déficit fiscal que hoy vive el país y que ha comprometido un porcentaje significativo de los recursos públicos”, dijo.
También se refirió al gasto en los subsidios de energía y gas, en el cual se han gastado unos 18,2 billones desde 2022.
El tercer impacto citado por el jefe de cartera son las amortizaciones de un crédito otorgado al Estado por el Fondo Monetario Internacional (FMI), con el fin de atender la emergencia de la pandemia de 2020.
De acuerdo con las cuentas del MinHacienda, ese préstamo fue unos 5.600 millones de dólares: con un periodo de gracia de tres años y una amortización de dos años adicionales. Así las cosas, esta administración ha tenido que desembolsar $22,9 billones entre 2024 y 2025 para cubrir esa deuda.
Algo bueno es que el recaudo tributario está mejorando. Se prevé que el gasto primario repuntaría 3,1% este año, y el dinero de impuestos lo haría un 8%. Una buena señal para empezar a ordenar las finanzas.
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