Las remesas se han convertido en un soporte esencial de la estabilidad económica y social en América Latina. Más que un ingreso adicional, son para millones de hogares su principal fuente de recursos, ayudando a mantener el consumo y a mitigar los efectos de las crisis internas.
En el caso de Colombia, este flujo de dinero proveniente del exterior ya supera al petróleo como la principal fuente de divisas del país. Entre enero y agosto de 2025 ingresaron US$8.661 millones por concepto de remesas, una cifra que sobrepasa de forma individual las exportaciones de café, carbón e incluso ferroníquel.
Puede leer: Colombia vive una “prosperidad económica artificial”: informe revela que el crecimiento se sostiene en remesas y empleo informal
Esto, puesto que, durante el mismo periodo, las ventas externas de petróleo alcanzaron US$7.599 millones, es decir, alrededor de US$1.000 millones menos que los giros enviados por los trabajadores colombianos en el exterior.
Según cifras del Dane, hasta julio las exportaciones de carbón sumaron US$2.852 millones, monto que las remesas prácticamente triplican. Por su parte, el ferroníquel aportó US$269,2 millones y el café generó US$3.151 millones, ambos valores ampliamente superados por los recursos que llegan del extranjero.
Además, datos del Banco de la República confirman una tendencia de crecimiento sostenido en los últimos 25 años. En el año 2000, las remesas totalizaban US$1.578 millones, y actualmente se acercan a los US$12.000 millones anuales, consolidándose como uno de los ingresos más estables y significativos para la economía colombiana.
Relacionado: Los ingresos por las remesas a agosto ya superan lo que se ha vendido en petróleo
Migrar para sobrevivir: riesgos y tensiones detrás del auge de las remesas
Pero detrás de esta importante fuente de ingresos se asoman riesgos que podrían comprometer su sostenibilidad. Las políticas migratorias cada vez más restrictivas en Estados Unidos y Europa —principales destinos de los migrantes latinoamericanos— amenazan con limitar el flujo de remesas, lo que impactaría el crecimiento económico y las posibilidades de desarrollo de los países del sur.
A esta situación se suma una realidad estructural: en gran parte de América Latina, la migración continúa siendo una estrategia de supervivencia, más que una elección libre. La desigualdad persistente, la falta de empleos dignos y la inestabilidad económica empujan a miles de personas a buscar en el exterior lo que sus países no les ofrecen, generando una dependencia financiera que convive con la pérdida de capital humano.
Para Rémi Stellian, profesor de la Universidad Javeriana, las remesas cumplen un papel relevante en la economía colombiana, aunque advirtió que este beneficio “tiene un costo, no solo para quienes migran, sino también para el país, que pierde talento humano capaz de aportar al desarrollo nacional”.
Más noticias: Pobreza monetaria cayó en 2024, pero no gracias a los subsidios del Gobierno Petro: estas son las razones
No obstante, añadió, “es importante reconocer que muchas personas ven la migración como una necesidad, ante la falta de oportunidades laborales y de bienestar en Colombia”.
Por su parte, Camilo Coronado, economista de la Universidad de Antioquia, en declaraciones al periódico de la Universidad Nacional, sostuvo que las remesas representan hasta un tercio de los ingresos nacionales, contribuyendo a equilibrar la balanza de pagos entre exportaciones e importaciones.
Sin embargo, el docente advirtió que gran parte de este dinero proviene de personas que trabajan de manera irregular en el extranjero, ya que los giros provenientes de empleo formal se canalizan a través de la balanza de servicios.
Políticas migratorias cada vez más estrictas
El trabajo de los migrantes también contribuye significativamente a la economía de los países receptores, desempeñando labores como cuidado de ancianos y menores, así como tareas agrícolas.
Le puede interesar: Se perderían 300 millones de dólares en Colombia por impuesto a las remesas de Trump
El problema es que estas actividades generalmente carecen de regulación formal y, además, muchos migrantes se encuentran en situación irregular debido a políticas migratorias cada vez más estrictas. Esta combinación de factores implica un alto costo humano detrás de los ingresos que generan las remesas.
En el caso de Colombia, los emigrantes se concentran principalmente en Estados Unidos y España, y se estima que las remesas provenientes del país norteamericano representan más del 42% del total recibido.
Por esto ha generado preocupación el proyecto de ley aprobado por la Cámara de Representantes de Estados Unidos, denominado One Big Beautiful Bill Act, que plantea un impuesto del 3,5% sobre las remesas enviadas por trabajadores extranjeros, sin importar si cuentan con ciudadanía estadounidense.
Esto, según Julio Romero, economista jefe de Corficolombiana, podría enfriar el crecimiento de este ingreso, haciendo que el país pueda perder más de US$300 millones al año.
En Europa, por su parte, las políticas migratorias y de asilo se han centrado cada vez más en la disuasión, debilitando los derechos de las personas tanto en sus fronteras como más allá de ellas, según el Informe Mundial 2025 de Human Rights Watch. Esto ha generado un aumento de muertes en el mar, expulsiones ilegales en las fronteras y la devolución de solicitantes de asilo a países donde enfrentan graves abusos.
“En efecto, las políticas migratorias más restrictivas, en especial en Estados Unidos, podría tener un impacto negativo en las remesas. Sin embargo, ya existe una comunidad bien instalada de colombianos en varios países. En mi concepto, dichas políticas no van a parar por completo los flujos de remesas, pero sí podrían perjudicarlos en cierta medida”, anotó Stellian.
Para César Pabón, director ejecutivo de Investigaciones Económicas de Corficolombiana, en épocas de “bonanza” es fundamental aprovechar las remesas para evitar lo que algunos llaman la “maldición de las remesas”.
Lea aquí: ¿Se afectará la plata que le envían desde EE. UU.? Así funciona el impuesto a las remesas de Trump
Según Pabón, estos recursos deberían destinarse a inversión productiva y desarrollo económico. Y consideró necesario implementar controles que aseguren su uso en actividades legales y fomentar que quienes reciben remesas las destinen a proyectos productivos.
De lo contrario, para el analista, una dependencia excesiva de estas transferencias podría atar el crecimiento económico del país a las condiciones políticas y económicas de sus socios comerciales.