Pico y Placa Medellín
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Por José Guillermo Ángel R. - memoanjel5@gmail.com
Estación Israel-Gaza-Cisjordania, a la que llegan toda clase de propuestas (fallidas unas y colgadas otras), personajes que solo ven salida en la violencia demente (la ley del martillo de Thor), pacifistas que hablan de estados binacionales, antisemitas que gritan muerte a los judíos y les achacan todos los males, anti sionistas que alegan que no van contra los israelíes sino que se oponen al gobierno de ultraderecha, geógrafos que alegan que en esa zona no va a caber tanta gente, biólogos que ya hablan de cambios en el entorno debido al exceso de explosiones, constructores que hacen cuentas de cuánto valdrá la reconstrucción, antropólogos que siguen alegando que el asunto es religioso, historiadores que establecen puntos de quiebre que pudieron solucionarse a tiempo, eruditos que llevan el problema hasta Sansón y los filisteos, gente de la Biblia que habla de profecías cumpliéndose, vendedores y productores de armas que (si el conflicto se acaba) detectan movimientos negativos en sus índices financieros, políticos que cambian de posición como jugando ajedrez, flotillas y manifestaciones con banderas y eslóganes denunciando cada una sus muertes y tropelías, en fin, en esto del Medio Oriente todo parece a medias y los que más sufren son los civiles y sus trabajos, sean estos de un lado o del otro.
Crear un Estado que quiere destruir a su vecino, es algo que se sale de cualquier pensamiento político.
Así como tampoco es una solución política expulsar a una población de la tierra en que ha vivido, pues lo que se logra con esto es extender el problema hacia afuera, llevando el odio hacia chivos emisarios que poco o nada tienen que ver con el asunto. Y esos que salen, como dice Wave Davis, buscarán vengarse de mil maneras, pues todo éxodo obligado carga con mitos y delirios que se convierten en doctrina que sirve de caldo de cultivo para acciones desordenadas que crecerán en la medida en que el tiempo pase. Pasó en los Balcanes.
Este dilema, que exige inteligencia y estrategias certeras (y no el desborde de propaganda que chilla por las redes), permite pensar en un Estado de gobierno neutro, es decir, presente en instituciones internacionales (quizá un protectorado de la ONU) que cree en Palestina una sociedad renovada basada en una educación sin ideologías polarizantes, con empleo estable y vida digna que, finalmente, por medio del diálogo y la construcción en común, lleve al encuentro de lo humano y de lo necesario para un Estado y el otro. Esta posibilidad, para acabar con el miedo, era lo que pensaba Martin Buber, dirigente sionista del partido Ihud (Unión).
Acotación: Cuando se está en guerra, solo se piensa en lo propio. Y una vez se acaba, ahí sí aparece lo que pasó: la humanidad perdida y el haber hecho lo que se pudo evitar. Y, como dicen las señoras, ya no hay más remedio.