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Mucho hemos dicho de un gobierno malintencionado como el actual, pero a punto de que termine, quedan cosas por decir. Caigamos en la cuenta, no es para menos, que además de la malversación, la corrupción, el desorden personal y la impericia para manejar el erario público; este gobierno, llegó a dividir, evento que no se espera de quien ostenta tan alto menester. La polarización y la segregación social, dividieron a Colombia ideológica y afectivamente. Una especie de “nosotros contra ustedes”. El estilo Petro, eligió la segregación espacial, económica y cultural, separando por motivos socioeconómicos, étnicos, políticos o culturales, reforzando los prejuicios. Ambos fenómenos fueron exacerbados con retórica política en las redes sociales. Ese fue su estilo y desde que estaba en campaña lo intuíamos, tanto como lo deja entrever su actual candidato.
Recuerdo con emoción cuando un alcalde, gobernador o presidente, en el discurso de posesión decía: “se acabaron las diferencias, gobernaré para todos”. Después de la emocionalidad y el fervor electoral, queda lo constitutivo, la nacionalidad colombiana, habitantes de un país biodiverso, con ciudades capitales y la ruralidad por mejorar y desde luego: el hecho de que tenemos que madrugar a trabajar a conseguirnos la vida, resumido en la conclusión ineludible de que “la vida continua”. Entonces, nos quedamos pensando, ¿valió la pena el agravio y la segregación a amigos y vecinos? Una cosa es esa colectivización espontánea en la que vamos entrando y otra, que esa discriminación la haga el presidente de la republica que tiene micrófono para decirlo. Me llama la atención que, en épocas navideñas, el sentimiento esperanzador, incluya una dosis de zozobra y ansiedad en cuanto a lo que se viene para el país según el gobierno que elijamos. No es menor aquello de pensar bien antes de elegir, porque repetir estados de rencor y recriminación por nuestro origen o el color de nuestra piel, no debe ser normalizado. A los antioqueños nos arrinconaron como riquitos, autosuficientes que no necesitábamos nada, aun, que los empresarios antioqueños habían sido nocivos para el país. ¿Algo más equivocado y perverso? A Colombia la partieron y repartieron en pedacitos, nos inventaron rasgos culturales que no tenemos e intentaron contraponernos. Por fortuna salimos sin guerras civiles que lamentar, salvo con el desorden público y la violencia como común denominador.
Dispongámonos a elegir la propuesta que además de experimentada, próspera y equilibrada; garantice la unidad nacional en aspectos como el respeto institucional, la sensatez en el gasto y la procura del bienestar sin excepción ni animadversión. Eso no es poca cosa, los candidatos presidenciales que así lo antepongan, más allá de la demagogia, ya estarán sintonizando con el fundamento de un papá o una mamá que saben hacer las cosas, que tienen experiencia y que no dividirían a sus hijos, dando a todos lo merecido. Muchos, no dudamos en votar por El o La que nos mantenga unidos, al menos en eso, hay acuerdo y no polaridad en paisas, cachacos, pastusos, costeños y cualquier otro gentilicio.
