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¿Le quieren echar mano a plata de pensiones?

Las pensiones no son una cifra fría ni un hueco por tapar: son la memoria del esfuerzo, el testimonio callado de millones que, con paciencia, apostaron a un futuro más digno.

hace 17 horas
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  • ¿Le quieren echar mano a plata de pensiones?

En cada moneda que un trabajador guarda para su vejez hay un pequeño acto de fe. No solo en el sistema, sino en la idea de que “mañana será bonito”. Cotizar para la pensión es creer que las reglas no cambiarán con el capricho del poder. Que la tranquilidad ahorrada no será expropiada por la urgencia de un gobierno con las manos vacías.

Por eso sonaron las alarmas cuando Jaime Dussán, presidente de Colpensiones, pidió que los fondos privados trasladaran a la entidad estatal lo que han cotizado unos 45.000 trabajadores de alto riesgo. “Si yo tengo esos $9 billones en Colpensiones me van a ayudar a mermar recursos del presupuesto de la Nación y pagarles a los tres millones de viejos que nunca les pagaron el bono pensional”, dijo Dussán.

El inquietante interrogante que se abre es si el gobierno va por la plata de las pensiones y en lugar de que estos recursos sean un ahorro para pagar las mesadas de quienes se vayan jubilando, los recojan para gastarlos en otros frentes. Hay que recordar que Dusán en una oportunidad ya dijo que la plata de las pensiones se debería destinar para financiar proyectos de infraestructura.

¿Por qué los piden ahora en plena campaña electoral, cuando hay rumores del uso de dineros públicos para mover votos en la consulta del Pacto Histórico?

La historia enseña que cuando los gobiernos meten mano a los ahorros de los ciudadanos, el final no suele ser feliz. Argentina lo vivió en 2008, cuando el gobierno de Cristina Kirchner nacionalizó 10 fondos privados de pensiones. El gobierno les echó mano a 30.000 millones de dólares de las pensiones para financiar el gigantesco gasto público. Pero este sigue desbordado y el país ha tenido que acudir en varias ocasiones al Fondo Monetario Internacional para que lo rescate de las graves crisis fiscales.

¿Queremos repetir esa película? Colombia ya aprobó una reforma pensional, que no tiene aún el aval de la Corte Constitucional. Y lo que exige Jaime Dussán es que todos los trabajadores que estén en trabajos considerados de alto riesgo como mineros, bomberos o guardias de cárceles se trasladen de manera obligatoria a Colpensiones, para que el gobierno pueda disponer de esos recursos.

Pero lo que se le olvida a Dussán es que el gobierno no les puede echar mano porque esa plata es el ahorro de los trabajadores. Una cosa es regular el sistema, y otra, muy distinta, usarlo como caja menor.

Si quiere cumplir con la promesa de dar un bono pensional de 223.000 pesos a los adultos mayores en situación de vulnerabilidad tiene que recurrir al presupuesto de la nación. Si no tenían plata no debieron hacer cuentas alegres. Ni mucho menos promesas vacías a los colombianos más vulnerables.

El país ha visto cómo el Gobierno derrocha recursos en propaganda, bodegas de redes y en decenas de miles de contratos, dinero que podría haber sido utilizado para el subsidio de los “viejos y viejos”, como suele llamarlos el presidente Gustavo Petro.

Hay que señalar que este tema no hace parte de la reforma pensional. En 2002 se aprobó un decreto según el cual trabajadores de alto riesgo podrían pensionarse con menores semanas cotizadas. Y en la norma les dijeron que tenían una ventana de tiempo para trasladarse a Colpensiones, sin embargo, muchos no lo hicieron. Son los 45.000 de los que habla Dussán.

De manera que el decreto no los obliga, y no habría razón para que Dussán dé la orden. Suena raro que el presidente de Colpensiones de repente muestre afán en ese traslado, cuando dentro de poco, si se aprueba la reforma pensional en la Corte Constitucional todos quedarían en la entidad estatal. ¿La razón del afán son las elecciones?

Inquieta escuchar que se habla de las pensiones como si fueran un botín, o un salvavidas fiscal al que puede echarse mano cuando la marea aprieta. Las pensiones no son una cifra fría ni un hueco por tapar: son la memoria del esfuerzo, el testimonio callado de millones que, con paciencia, apostaron a un futuro más digno.

Que no nos ocurra, como tantas veces, que para tapar el hueco de hoy terminemos cavando el abismo de mañana.

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