Siri nació en 2011, en el corazón de Apple, como símbolo del futuro de esa empresa, pero el primer asistente de voz integrado en un teléfono inteligente, diseñado para responder preguntas, ejecutar tareas y anticiparse a las necesidades del usuario, ahora se convierte en la mayor incógnita por su rezago en la carrera de la IA.
La pregunta que se repite entre analistas es si Apple fue incapaz de crear una inteligencia artificial a la altura de las expectativas. El portal Bloomberg lo planteó al señalar que ingenieros de la marca trabajan “por ponerse al día en IA generativa, un campo al que la compañía llegó tarde y en el que después luchó por ganar tracción”.
El dilema no es menor. Según confirmó la agencia Europa Press, Apple desarrolla en paralelo dos versiones de su asistente de voz: una con modelos propios y otra apoyada en tecnología de terceros.
Pero las cosas podrían ser peor de lo que se rumora. Mark Gurman, analista de Bloomberg, reveló esta semana lo impensado: “Apple está en conversaciones con Google (su máximo rival en el segmento de teléfonos) para utilizar la tecnología de Gemini y desarrollar un modelo de IA personalizado que impulse el nuevo asistente Siri el próximo año”.
El insólito retraso de Siri
La actualización más ambiciosa de Siri debía llegar en abril de este año. Su objetivo era cumplir órdenes apoyándose en datos personales y permitir que los usuarios manejaran el dispositivo completamente con la voz. Sin embargo, la meta se aplazó un año debido a contratiempos técnicos. Bloomberg detalló que “el fracaso llevó a Apple a apartar al jefe de IA, John Giannandrea, del desarrollo de Siri”.
La responsabilidad pasó a Craig Federighi, jefe de software, y a Mike Rockwell, creador de las gafas Vision Pro, quienes asumieron la misión de salvar el proyecto.
En el sector, la demora fue interpretada como un síntoma claro de debilidad. Mientras rivales como OpenAI, Google o Anthropic consolidaban modelos de lenguaje masivos y aplicaciones comerciales, Apple parecía prisionera de su propia estructura interna. La compañía, históricamente celosa de controlar cada pieza de su ecosistema, enfrentaba ahora la posibilidad de entregar parte del corazón de Siri a la competencia.
Europa Press recogió con claridad el escenario dual en que se mueve la firma californiana. “Apple está desarrollando de forma simultánea dos versiones del asistente Siri renovado. Concretamente, la versión denominada Linwood funciona con los modelos propios desarrollados por Apple, mientras que la versión a la que se refieren como Glenwood utiliza tecnología de IA externa”.
El planteamiento refleja la incertidumbre de fondo: la empresa no ha definido si continuará apostando por sus modelos internos o si se apoyará en una alianza estratégica con otra compañía.
Y aunque el uso de tecnología de terceros no sería inédito, sí marcaría un giro en su filosofía corporativa. Desde el lanzamiento del iPhone en 2007, Apple ha insistido en la integración vertical: hardware, software y servicios diseñados bajo su sello para garantizar control y seguridad. La eventual dependencia de Gemini supondría un quiebre cultural, aunque también una salida práctica para recuperar el tiempo perdido.
Las opciones sobre la mesa
Apple no se limitó a Google. Según Bloomberg, la empresa “también exploró alianzas con Anthropic y con OpenAI, evaluando si Claude o ChatGPT podían servir como el nuevo cerebro de Siri”.
Las conversaciones todavía no se traducen en un acuerdo formal y en Cupertino aseguran que la decisión tardará algunas semanas más. La opción de continuar con sus modelos internos sigue sobre la mesa, aunque los resultados no han sido suficientes para competir con los líderes de la industria.
En todo caso, la filtración tuvo efectos inmediatos en el mercado. Las acciones de Google subieron 2,9% y las de Apple 1,4% tras la publicación del informe. El simple hecho de considerar a Gemini como alternativa fue leído por los inversionistas como una señal de apertura estratégica, aunque también como reconocimiento implícito de las dificultades internas.
Más allá de las discusiones comerciales, el golpe más fuerte ha sido interno. El equipo de Apple Foundation Models, responsable de la arquitectura de la IA, perdió a su principal figura, Ruoming Pang, quien aceptó un millonario paquete de Meta para abandonar la empresa.
Bloomberg informó que “varios colegas lo siguieron y muchos de los que permanecen en Apple están entrevistándose en otros lugares, ya sea por el posible cambio hacia tecnología de terceros o para aprovechar ofertas de empleo multimillonarias”.
Esa fuga de talento refleja la fragilidad de un área estratégica que Apple no logró consolidar. Mientras OpenAI exhibía modelos de varios billones de parámetros, Apple apenas comenzaba a probar su primer modelo de un billón, todavía reservado para investigación. La diferencia técnica es abismal y explica en parte por qué Siri, pese a ser pionero en 2011, quedó rezagado frente a Alexa (Amazon) y Google Assistant.
Entre la privacidad y la urgencia
Pero el dilema no solo es tecnológico. Apple ha construido buena parte de su reputación en torno a la privacidad de los usuarios. Por eso, la integración de un modelo externo requiere garantías adicionales.
Según Europa Press, “fuentes han especificado que Google también ha comenzado a entrenar un modelo de IA pensado para ejecutarse en los servidores de Apple, con la idea de utilizarlo posteriormente para su asistente renovado”. En otras palabras, los datos no correrían en servidores de Google sino en infraestructura propia de Apple, bajo su sistema Private Cloud Compute.
Esa fórmula les permitiría mantener la narrativa de protección de datos, pero no resuelve el dilema de tener un asistente que dependa en buena parte de tecnología desarrollada por otros.
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La rivalidad no es nueva. Desde hace más de una década, Google es el buscador predeterminado en Safari, un acuerdo que le cuesta miles de millones cada año y que ya está bajo la lupa del Departamento de Justicia de Estados Unidos por posibles prácticas monopolísticas. En paralelo, Apple anunció en 2024 la integración de ChatGPT como respuesta de respaldo para consultas de conocimiento general en Siri, lo que confirmó las limitaciones de la empresa en ciertas áreas.
Bloomberg subrayó que “las conversaciones sobre usar modelos de Gemini para impulsar Siri siguen siendo exploratorias, sin negociaciones comerciales formales en curso”. No obstante, el simple hecho de que se produzcan refleja un cambio de mentalidad: Apple parece dispuesta a sacrificar su purismo tecnológico con tal de no perder la carrera de la inteligencia artificial.