La dirigente Íngrid Betancourt, los estadounidenses Marc Gonsalves, Keith Stansell y Thomas Howes, y 10 militares que los acompañaban cuando fueron secuestrados, no olvidarán el 2 de julio de 2008, cuando 17 hombres del Ejército Nacional se bajaron del helicóptero MI-17 (renombrado como “Libertad 1” después de este hecho) a llevarlos a la libertad por medio de la ‘Operación Jaque’, una de las más importantes realizadas en la historia de Colombia.
La idea surgió de la mente de un suboficial, según el Ejército Nacional, quien no reveló su nombre, pero les dio la oportunidad a los 15 secuestrados por las Farc desde el 23 de febrero de 2002 de recobrar su libertad sin usar armas, desde la concepción y ejecución del plan.
El secuestro se dio debido a que el Gobierno colombiano rompió negociaciones y el presidente de ese momento, Andrés Pastrana, ordenó al Ejército retomar el control de la Zona de Distensión en San Vicente del Caguán.
Aun así, la entonces candidata presidencial Íngrid Betancourt viajó allí en busca de una nueva salida negociada, pero fue secuestrada junto a su asesora Clara Rojas por guerrilleros de la Columna Móvil Teófilo Forero, a pocos kilómetros de entrar al territorio.
¿Cómo se dio el rescate?
José Luis Esparza Guerrero fue el comandante que lideró la ‘Operación Jaque’, autorizada por el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez y el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos Calderón, quien a la postre también llegaría a la Casa de Nariño.
La operación se empezó a planear, por lo menos, desde un año antes de que se ejecutara gracias a John Frank Pinchao, el policía que logró escaparse después de planearlo por dos años y aprovechando una fuerte lluvia que caía el 28 de abril de 2007, cuando se pudo dar a la fuga.
Pinchao le entregó información al Ejército y empezaron a planear la forma de liberar a los secuestrados, quienes empezaron por infiltrar a dos de sus hombres dentro de las filas de la guerrilla. Ellos confirmaron que los mandos de las Farc estaban incomunicados por temor a bombardeos, y aprovecharon esa ventaja para planear la operación.
El plan era trasladar a los rehenes desde el escondite de las Farc utilizando el helicóptero de una supuesta ONG (por eso los colores blanco y rojo que llevaba) que se encontraba en misión humanitaria.
Antes de que subieran los rehenes al helicóptero, los infiltrados pidieron a los guerrilleros que esposaran a los secuestrados y les pusieran chaquetas blancas, supuestamente por el clima, aunque en realidad buscaban diferenciarlos en caso de un tiroteo. Lograron además que solo dos guerrilleros abordaran la aeronave.
Ya en el aire, los infiltrados redujeron a los dos rebeldes que los custodiaban y anunciaron a los secuestrados: “Somos el Ejército Nacional. Están libres”.
Después de la Operación Jaque, los liberados tomaron caminos diversos. Íngrid Betancourt se dedicó a la defensa de los derechos humanos y la política, residiendo entre Europa y Colombia y participando activamente en causas sociales. Los militares y policías liberados regresaron a sus labores en las fuerzas armadas, algunos compartiendo sus testimonios y participando en actos conmemorativos.
Una operación histórica, pero controvertida
A día de hoy, las dudas sobre la Operación Jaque persisten. Aunque el Gobierno de Álvaro Uribe la presentó como una acción militar impecable, cables filtrados por WikiLeaks en 2010 sugieren que pudo haber sido negociada con Gerardo Antonio Aguilar, alias “César”, uno de los altos mandos de las Farc.
Un documento diplomático enviado por la embajada de EE. UU. una semana antes del rescate menciona un acuerdo para permitir la salida de Aguilar y su familia a cambio de la liberación de Íngrid Betancourt.
Siguiendo con las filtraciones, tras la operación, las Farc sufrieron un duro golpe que debilitó su estructura y provocó una ola de deserciones sin precedentes: más de 2.000 solo en el tercer trimestre de 2008. Las fuerzas colombianas lograron abatir o capturar a varios mandos medios, incautaron información clave y desmantelaron arsenales, aunque también enfrentaron escándalos por violaciones a los derechos humanos y una pérdida parcial de impulso operativo.
Pese a los reveses, las Farc se adaptaron: reforzaron su presencia urbana, infiltrándose en universidades y movimientos sociales, aumentaron el uso de minas y francotiradores en zonas rurales, y desarrollaron una estrategia comunicacional más cautelosa. También incrementaron sus ataques asimétricos en ciudades como Cali y Bogotá, lo que, según el analista citado por WikiLeaks Alfredo Ángel, buscaba demostrar su vigencia tras los golpes del Estado.
Por otro lado, el 6 de julio de 2008, cuatro días después de la operación, el entonces ministro de Defensa Juan Manuel Santos acusó a Suiza de financiar las Farc, más específicamente al mediador entre Gobierno y el grupo, Jean Paul Gontard, de dar 500.000 dólares estadounidenses que fueron incautados en Costa Rica, a la organización ilegal.