Desbalance agrícola y efectos en la economía rural 
  El incremento de los cultivos de coca preocupa especialmente porque coincide con una reducción en las áreas sembradas de productos alimentarios.
 La yuca, por ejemplo, ha disminuido su presencia en los campos colombianos, afectando tanto a los pequeños productores como a la seguridad alimentaria.
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 El fenómeno ocurre en medio de un contexto internacional desfavorable: Estados Unidos descertificó recientemente a Colombia en su lucha contra el narcotráfico, argumentando que el Gobierno no ha desplegado los esfuerzos suficientes para detener el crecimiento de estos cultivos ilícitos.
    Zonas sin presencia estatal, el terreno fértil para la coca 
  El presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), Jorge Bedoya, advirtió que la expansión de la coca ocurre principalmente en regiones donde el Estado está ausente y donde operan grupos armados y organizaciones criminales.
    “Prácticamente son zonas olvidadas y están bajo la cultura de la ilegalidad”, explicó el dirigente gremial.
 Bedoya agregó que mientras este negocio siga siendo altamente rentable y el Estado no tenga la capacidad para combatir a los grupos criminales, se mantendrá la “tormenta perfecta” para que los cultivos ilícitos sigan creciendo.
    Los alimentos básicos, presionados por bajos precios y poca rentabilidad 
  En contraste, los cultivos legales como la papa y la yuca dependen de la oferta y la demanda, y sus precios deben mantenerse accesibles, ya que son productos básicos en la canasta familiar colombiana.
 Esto limita la rentabilidad para los agricultores, sobre todo en zonas rurales donde los costos de producción son altos y el acceso a incentivos o apoyo técnico es escaso.
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 Según Bedoya, esta situación desincentiva la siembra de alimentos esenciales, mientras la coca continúa expandiéndose impulsada por mayores ganancias y pocos controles estatales.
    Cultivos legales aún dominan, pero la brecha se reduce 
  A pesar del avance de la coca, Colombia sigue contando con una base sólida de cultivos legales.
 El café mantiene su liderazgo con 838.838 hectáreas sembradas, seguido por el arroz con 711.030 hectáreas y la palma de aceite con 689.915 hectáreas.
 Sin embargo, los expertos advierten que si no se refuerzan las políticas agrícolas y de seguridad rural, el crecimiento sostenido de la coca podría seguir desplazando a los cultivos que garantizan el alimento y el empleo de millones de familias campesinas.
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